Un homenaje a todos los farmacéuticos de 9 de Julio

Por Héctor José Iaconis.

* Fue uno de los primeros farmacéuticos que se instaló en 9 de Julio, en el siglo XIX.
* Fundador de la Sociedad Italiana de 9 de Julio, también integró otras instituciones sociales locales.
* Durante su permanencia en 9 de Julio, desempeñó los varios cargos públicos, juez de Paz, concejal y presidente del Concejo Deliberante, intendente municipal y consejero escolar.
* La corrección de sus procederes siempre lo destacó como una persona digna.

Desde la primera década de la vida de la comunidad de 9 de Julio, la presencia de los farmacéuticos o boticarios, como se los denominaba entonces, fue gravitante. El desarrollo de farmacopea aún no había adquirido las dimensiones que adoptaría en el siglo siguiente, por lo cual la tarea de éstos, salvando las distancias, era casi similar a la que desarrollaban los viejos herbolarios monacales de la Edad Media.
Fabricaban medicamentos valiéndose de innumerable cantidad de fórmulas y utilizando una enorme variedad de compuestos, esencias y hiervas.
A modo de homenaje a todos los farmacéuticos que a lo largo de más de ciento cuarenta años ejercieron y ejercen esta noble profesión en 9 de Julio, traemos a esta sección semanal la figura de don Alejandro Muzio. Si bien Muzio no fue, estrictamente, el primer boticario en 9 de Julio, fue un pionero en la instalación de una botica estable, a la que le dio un marcado perfil profesional.
Para los antiguos pobladores de 9 de Julio, la Farmacia de Muzio era sinónimo de prestigio.
Los años de la infancia y la primera juventud de don Alejandro Muzio se pierden en la bruma del tiempo. Sabemos que era un inmigrante italiano y que habría nacido en 1855, pues en un Padrón Electoral levantado en septiembre de 1900, decía tener 45 años de edad.
Debió establecerse en 9 de Julio a comienzos de 1878, pues su nombre no figura en el Padrón de Extranjeros registrado ese año.
El 28 de marzo de 1878, en la legendaria esquina de Montevideo y Córdoba (hoy avenida Mitre y Robbio) abrió las puertas de su Farmacia “Del Pueblo”, ocupando un salón donde había funcionado hasta entonces el primer teatro de títeres que existió en 9 de Julio. Desde el comienzo, la atención estuvo a cargo de don Alejandro, quien supo acreditarla por su competencia y condiciones de humanidad. Era aquella una época difícil para los farmacéuticos, quienes por falta de médicos, tenían no solamente que atender las consultas de los enfermos, sino también que curar a los heridos, que abundaban entonces más que ahora.

SUS COLEGAS
Como se dijo, Alejandro Muzio no fue el primer boticario en 9 de Julio. En 1870, Enrico Bigliani, un italiano de sólida formación intelectual, ya oficiaba de boticario, aunque no contaba con un título habilitante para el ejercicio de la profesión, situación que habría de acarrearle no pocos entuertos.
En agosto de 1877 Bigliani estaba asociado a Isidro Bañales. Para entonces, otras dos boticas coexistían en el pequeño pueblo, las cuales giraban como “Juan M. Machin y Cía.” y “Juan Boffi y Cía.”.
En el último cuarto del siglo XIX, fueron apareciendo otras boticas, algunas de las cuales abrían sus puertas por escasos años y otra que, con diferentes nombres, aún existen en el mismo lugar.
En 1886, la firma Díaz y Sainz fundaba la Farmacia “La Unión”, poniendo a su cargo al idóneo Juan Polleta, quien renunció ese mismo año para abrir una botica por cuenta propia. La farmacia de Polleta fue de su propiedad por un lapso bastante breve, pues el 7 de agosto de 1887 la vendió a Alejandro Muzio.
Hacia 1891, el químico y farmacéutico Egidio Magni, quizá uno de los hombres más cultos en la sociedad nuevejuliense de su tiempo, regenteaba la Farmacia «La Caritativa Cosmopolita». Es probable que esta farmacia haya sido fundada por el también farmacéutico Marcial D’Elía.
En 1896, Francisco Roffo abrió las puertas de su farmacia, en la esquina de Córdoba y Buenos Aires (hoy Robbio y Avenida San Martín). Dos años más tarde, en la esquina de Buenos Aires y Libertad (hoy San Martín y Libertad), Héctor Ventura Rauch abría la Farmacia “Rauch”, que en 1899 aparecía como “Sucursal de la Droguería Alemana de Buenos Aires”.
Avanzado el siglo XX, otras farmacias se destacaron en 9 de Julio, en distintas épocas. Entre ellas pueden mencionarse las de Isidoro Glatstein (Farmacia “9 de Julio”), Clemente J. Elissamburu (Farmacia “Elissamburu”), Pedro Ojeda (“La Estrella”), Jorge Perren (Farmacia “Del Carmen”), Andrés Russo (Farmacia «Americana»), Antonio Vanina (Farmacia “Vanina”), Antonio Rebottaro (sucesor de Glatstein), Heriberto Gómez, Gutiérrez y Gassman.

FUNDADOR DE LA SOCIEDAD ITALIANA
Alejandro Muzio fue miembro fundador de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Amistad y Trabajo”. De esta institución fue su segundo presidente, entre 1882 y 1885.
Fue un permanente colaborador de la Sociedad Italiana, desempeñando diferentes cargos en la comisión directiva.
Recorrer los libros de actas de la centenaria entidad mutulista permite advertir las ricas intervenciones de este boticario italiano.

EN LA MASONERIA
En 1884, nuestro personaje aparecía como miembro de la Logia “Igualdad” de 9 de Julio. En la tenida del 2 de marzo de ese año era elegido Primer Diácono del taller, cuyo Venerable Maestro era Juan Sáez (un conocido comerciante de su tiempo).
No se sabe con certeza cuál fue su protagonismo en la Orden, ni las mociones que lo llevaron a adherir a esta sociedad secreta. Lo cierto es que, a partir de un conflicto farragoso que fue llevado el seno de la Logia, y en el que no estuvieron ausentes las rencillas de la vida profana, el 18 de septiembre de 1884 Muzio fue expulsado junto a Pastor Dorrego (figura de peso político en esa época) y Francisco Monterroso.

EN LA FUNCION PUBLICA
De orientación política autonomista, ocupó en distintas ocasiones destacados cargos públicos. El 11 de agosto de 1882, el Director General de Escuelas de la Provincia lo nombró consejero escolar en 9 de Julio, siendo elegido poco después vicepresidente del Consejo Escolar.
En 1886 se desempeñó en el puesto de encargado de Instrucción Pública y Culto de la Corporación Municipal presidida por Nicolás Liberato Robbio. Poco más tarde, fue nombrado Juez de Paz sustituto, desde el 18 de septiembre de 1888 hasta el 31 de diciembre de 1890.
Fue Presidente del Concejo Deliberativo, durante tres períodos, desde el 1 de enero de 1891 hasta agosto de 1893, siendo declarado cesante por la Intervención. El 11 de octubre de 1893 una especie de Intervención contra-revolucionaria lo designó concejal suplente, pasando a ser titular el 19 de enero de 1894.
En 1894 se desempeñaba como presidente del Concejo Deliberativo y ese mismo año se hizo cargo del Departamento Ejecutivo de la Comuna , por la renuncia del Intendente Municipal doctor Tomás D. West.
En septiembre de 1894, Alejandro Muzio conjuntamente con los integrantes del Concejo Deliberativo fue desplazado del Municipio por un decreto del Gobernador Manuel Udaondo, quien designó a los dirigentes Mitristas locales liderados por Benigno A. Martínez , para que se hicieran cargo de la conducción de la Municipalidad.
Volvió nuevamente al ruedo de la política lugareña a comienzos del siglo XX, siendo elegido concejal y desempeñándose entre el 1º de enero de 1901 y el 31 de diciembre del año siguiente.

SUS ULTIMOS AÑOS
Una faceta quizá menos conocida de Alejandro Muzio fue su labor como docente. A comienzos de siglo fue profesor en el Colegio Cavallari, que dirigía el maestro Victorio Cavallari.
Muzio tuvo una sólida reputación en el nucleo de nuestra sociedad. Fue un antiguo y laborioso vecino y la corrección de sus procederes siempre lo destacó como una persona digna de generales simpatías.
Falleció en Buenos Aires el 5 de noviembre de 1923. Luego de su muerte, la antigua farmacia quedó a cargo de su hijo, el farmacéutico Roberto F. Muzio.

PALABRAS FINALES
Los tiempos han ido cambiando y, sin dudas, la profesión de Farmacéutico se fue adaptando al devenir del tiempo y a los grandes avances de la ciencia. Su dimensión es cada día más gravitante en la sociedad y, tal como lo dice el lema del Primer Congreso de Farmacéuticos Católico (realizado el año pasado), la profesión farmacéutica, tiene “un compromiso con el valor de la vida humana”.
La valoración del servicio farmacéutico en nuestro tiempo es positiva, porque proporciona un acceso controlado, cómodo y permanente, y también porque el profesional farmacéutico mantiene una relación de confianza con el cliente, en un campo como el de la Salud, en el que esta condición es esencial.
Las farmacias que actualmente prestan sus servicios en 9 de Julio son: Mutual AMECONJ, Bazzetta, Guarde, Maldonado, Gómez, Potente, Hutt, Rasile, Bonino, Galdos, Americana, Gardiner, Hernández, Andrada y Ferrere. En las localidades de Partido de 9 de Julio se destacan la Farmacia Pérez, de Dudignac y la Farmacia Martínez, de Facundo Quiroga. A ellas también nuestro reconocimiento por la importante labor que realizan.

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