Un crisol de razas

El próximo 12 de octubre, se celebrará el Día del Respeto por la Diversidad Cultural, instituido para conmemorar la conjunción de razas que, a lo largo de cinco siglos, convergen en América Latina, provenientes de diferentes partes del mundo. La República Argentina fue, especialmente desde la década de 1880, receptora de un importante caudal de inmigrantes que arribaron, de Europa, para conformar la población del país.

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Aún hoy, la Argentina recibe a inmigrantes quienes le otorgan una configuración cultural singular y no menos rica a la sociedad.
La comunidad de 9 de Julio, tal como lo revelan los censos de población levantados desde 1869, se vio enriquecida desde sus mismos orígenes, con la presencia de inmigrantes: italiano, españoles, alemanes, ingleses, franceses, chinos, japoneses, sirio-libaneses, turcos y, por supuesto, no pocos latinoamericanos, tales como bolivianos, chilenos, paraguayos y orientales.

LA IDEA DE UN CRISOL DE RAZAS
La idea de un «Crisol de razas», o «melting pot», es un concepto que parte de la expresión de una analogía usada para representar la forma en que las sociedades heterogéneas gradualmente se convierten en sociedades homogéneas, en las cuales los ingredientes mezclados en el «crisol» (las gentes de diferentes culturas, razas y religiones) se combinan para formar una sociedad multiétnica.
La expresión original inglesa se acuñó por Israel Zangwill en la obra teatral de 1908 «The Melting Pot», y desde entonces se viene utilizando para describir la peculiar forma de integración de la inmigración en Estados Unidos.
Cabe recordar que, a diferencia de la idea de « crisol de razas», se contrapone la expresión «mosaico de razas», en la que se representa el pluralismo cultural y, precisamente, tiende a picar una sociedad donde un conjunto de razas diferentes conviven entre si en una relativa armonía, pero no intentan mezclarse para formar una sola nación.
Tal como lo sugiere Ezequiel Adamovsky, en su libro «Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión 1919-2003» (editorial Planeta, 2009), para promover este sentimiento de pertenencia, por la época del Centenario se creo otro de los grandes mitos de la historia argentina: el del “crisol de razas”. La imagen sugería que todos los grupos étnicos que habitaban la Argentina, viejos y nuevos, se habían ya fusionado perfectamente y habían generado una “raza Argentina” mas o menos homogénea. Podría parecer que esta idea ponía fin al agresivo racismo que, como vimos, profesaba la elite que había creado el Estado nacional. Sin embargo, lo que sucedió fue lo contrario: el racismo abierto del siglo XIX continuo como un racismo velado gracias a la idea del crisol.
En efecto, usando como fuente un antiguo artículo periodístico de Aníbal Latino, “La inmigración y su influencia en los destinos de la República Argentina”, publicado por el diario «La Nación», en una edición especial publicada con ocasión del Centenario de 1910, indica que los intelectuales que la formularon le agregaron una jerarquía racial oculta. Se argumentaba que todas las razas se habían fundió en una sola, pero al mismo tiempo se sostenía que esa fusión había dado como resultado una nueva que era, básicamente, blanca-europea. Sea minimizado la presencia inicial de los mestizo, negros, mulatos o indios, sea afirmando que todos ellos finalmente desaparecieron “inundados” por la inmigración dejando pocas huellas, se daba a entender que el argentino era blanco-europeo.

EN 9 DE JULIO
En la sociedad nuevejuliense la presencia de las colectividades comienza a verificarse promediando la década de 1870 cuando, un grupo de ingleses, decide dar conformación a la primera función, en este caso dedicada al cultivo del tiro al blanco (primer polígono de tiro). En 1880 los italianos se organizaron en sociedad con fines mutualistas, praxis que replicaron años más tarde los franceses y los españoles. Estos últimos, incluso, fundaron el primer hospital organizado de manera sistemática como centro de salud.
A partir del último decenio del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX se organizaron otras instituciones que nuclearon diferentes colectividades: la Sociedad Caritativa Cosmopolita, la Sociedad Italiana «Conti di Torino», la segunda Sociedad Francesa (refundación de la primera) y la Sociedad Cosmopolita, entre otras.
Años más tarde se consolidó el primer Centro Vasco establecido en nuestra ciudad para activar los aspectos culturales provenientes de este país.
El respeto hacia la diversidad cultural, temática que la sociedad celebrará de manera especial el próximo 12 de octubre, puede decirse que no es una novedad para la comunidad nuevejuliense que, desde sus orígenes, mantuvo un respeto casi constante hacia los inmigrantes que arribaban de diferentes lugares.
Los motes de « gringo», « gallego» o « turco» no tenían un sentido peyorativo, salvo raras excepciones. Por el contrario, se mantenía hacia esos vecinos una relación de respeto hacia su cultura o hacia su pensamiento.
Salvo pocos casos aislados, que no tuvieron relevancia, no se han registrado en la historia local hechos de segregación racial, lo que revela que, como muchas comunidades bonaerenses, la aceptación del inmigrantes fue amplia.
En vísperas de la celebración del Día de Respeto por la Diversidad Cultural recordamos de manera especial a los miles de inmigrantes que, a lo largo de 150 años de historia, poblaron el territorio del partido de 9 de Julio.
Con las huellas de su cultura y de su trabajo contribuyeron al desarrollo y al progreso de esta porción del territorio de la Provincia; más aún, a los inmigrantes españoles e italianos se les debe los más importantes progresos en materia cultural y social verificados entre fines del siglo XIX y comienzos del XX (la creación del teatro, de las primeras bibliotecas, el fomento de los centros sociales y recreativos).
También el mutualismo, expresión por excelencia del sentido de la solidaridad entre la persona, surgió de la mano de aquellos inmigrantes que se agrupaban.
En vísperas del antes denominado «Día de la Raza», rendimos especial homenaje hacia esos hombres y mujeres que bregaron, aún sin ser su nación o su comunidad, por hacerla propia y edificar un 9 de Julio mejor, para lo que habrían de sucederlos.

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