El servicio como vocación
Cada vez que se hace referencia a las palabras Bombero Voluntario inmediatamente se recurre a pensar que otro término: “Vocación”.
En efecto, aunque son palabras con acepciones distintas y jamás podrán concebirse como sinónimos, en sus significados parece unirse. No puede entenderse al bombero voluntario si no se posee una auténtica vocación hacia el servicio, hacia el bien de los semejantes.
Néstor Márquez, quien actualmente desempeña las funciones de comandante general y jefe del cuerpo de Bomberos Voluntario de 9 de Julio desde hace tres décadas conoce la amplitud y el sentido fundante que suponen ser bombero voluntario.
Nacido en 9 de Julio, muy tempranamente sintió el llamado vocación al servicio como bombero.
Contaba apenas quince años cuando se acercó al cuartel para solicitar su incorporación. Entonces se hallaba al frente del cuerpo el recordado Oreste Boggero. El encargado de tomarle la inscripción fue el segundo jefe, Rubén Loia.
Inmediatamente después de inscripto como aspirante debió comenzar su formación técnica. El 6 de mayo de 1975, y con dieciséis años, la jefatura del cuartel le requirió la incorporación como miembro del cuerpo activo.
Por entonces, según las disposiciones vigentes, aún sin poseer la mayoría de edad, los efectivos podían concurrir a los siniestros. El primero que le cupo participar a Márquez fue el de la vivienda de la familia Margazín, en la avenida San Martín.
De esa forma fue consolidándose en él, con más énfasis, una vocación, un llamado muy particular al que había dado respuesta siendo adolescentes y que, más tarde, como hombre, habría de llevar a su mayor dimensión.
En 1980, tras el fallecimiento de Oreste Boggero asumió la jefatura el oficial Rubén Loia. Cuatro años se efectuó un llamado a concurso abierto para la cobertura de cuatro cargos de oficiales que se hallaban vacantes.
Márquez luego de presentarse al mismo obtuvo el segundo lugar entre quienes habían obtenido el mejor puntaje. En consecuencia se le otorgó el cargo disponible de tercer oficial, la primera jerarquía en el escalafón de oficiales. En esa ocasión, además de Márquez ascendieron Ricardo Paz, Norberto Castiglioni y Walter Blaiota.
Unos años más tarde, cuando se hallaba Eduardo del Castillo al frente del cuerpo, fue ascendido a segundo oficial, pasando Paz a desempeñar las funciones de segundo jefe.
En 1987 hubo quedado vacante el cargo de segundo jefe, Razón por la cual, el jefe Del Castillo debió llamar a concurso entre los tres oficiales que estaban en el mismo escalafón para la cobertura del mismo. Néstor Márquez obtuvo el mayor puntaje ascendiendo a primer oficial y quedando al frente de la subjefatura, cuando sólo contaba veintinueve años de edad.
Como entonces, las reglamentaciones disponían que los cargos de jefes y segundos jefes no podían ser asumidos por oficiales menores de treinta años, debió aguardar un par de años para asumir la segunda jefatura.
Al producirse la jubilación de Eduardo del Castillo, la comisión directiva de la Asociación de Bomberos Voluntarios de 9 de Julio lo designó jefe, cuando contaba treinta y tres años de edad. De esta forma se convertía en el jefe más joven en la historia del cuartel de bomberos local.
En 2000 fue propuesto para ocupar el cargo de Director Regional de Ética de la Sección Oeste, con más de 40 cuarteles de bomberos a cargo, e integrar el Consejo Regional de Ética, empleo que no aceptó para no alejarse de su comunidad, dejando en claro su pasión por servir a esta sociedad.
Desde la asunción de Márquez como jefe del cuerpo, el cuartel sufrió una considerable transformación. Además del notable incremento en el personal afectado al servicio, se propició la incorporación de nuevo material para los operativos, nuevas unidades y la instauración de un régimen de disciplina que hace que los efectivos del cuartel realicen un importante labor, signada por claros lineamientos de trabajo.
El Comandante General Néstor Márquez es un ejemplo de vocación de servicio.