* De una sólida formación intelectual, cursó sus estudios en Ateneo “San Ansel- mo” de Roma, donde obtuvo una licenciatura en Filosofía y en la Universidad Católica de Chile, donde se licenció en Teología.
* Ordenado sacerdote para la Orden de San Benito (Benedictina), fue enviado como Prior a la Abadía de Buenos Aires (hoy en Luján) donde desarrolló una importante tarea.
* En 1983 fue designado abad y, en 1999, quinto obispo de 9 de Julio.
* Ayer, en ocasión de culminar su gobierno pastoral en esta Diócesis, fue homenajeado por el clero y la feligresía.
En la tarde de ayer, en la Catedral de 9 de Julio, tuvo lugar la celebración de Acción de Gracias por los 16 años de servicio pastoral, al frente de esta Diócesis, de monseñor Martín de Elizalde. La misma tuvo lugar en ocasión de acercarse el tiempo en que culminará su misión en este ministerio.
En la oportunidad, con la presencia un grupo importante de fieles, arribados desde diferentes puntos de la Diócesis, así como también del clero diocesano y religioso, se desarrolló esta celebración. Luego de la misa, los concurrentes se dirigieron al Colegio Jesús Sacramentado donde fue servido un ágape fraterno.
Nacido en Buenos Aires el 23 de octubre de 1940, en el hogar formado por Martín de Elizalde y Llobet López (1913-1987) e Inés Berisso Goldaracena (1916-2011), quienes contrajeron matrimonio en la Parroquia de Nuestra Señora del Socorro, en la ciudad de Buenos Aires, en abril de 1939.
Monseñor Martín, el mayor de cinco hermanos, desciende por vía paterna del doctor Rufino de Elizalde, quien fuera ministro de Relaciones Exteriores y amigo personal del general Mitre.
SU VOCACION
Monseñor de Elizalde ingresó a la vida con- templativa en el Monasterio Benedictino de Los Toldos, donde realizó su primera profesión religiosa el 11 de febrero de 1961, y su profesión solemne hacia finales de 1964.
Su formación académica la realizó, primero, en el renombrado Ateneo “San Anselmo” de Roma, donde obtuvo una licenciatura en Filosofía y en la Universidad Católica de Chile, donde se licenció en Teología.
Ordenado sacerdote el 9 de enero de 1971 en la Abadía de Santa Escolástica de Victoria, por monseñor Antonio Quarracino, por entonces obispo de Avellane da.
“Ordenado sacerdote –recordaba monseñor de Elizalde en la homilía pronunciada en la misa de ayer- por el después cardenal Antonio Quarracino, que fue el segundo obispo de Nueve de Julio, conservo un imborrable recuerdo de su afectuosa paternidad y de la amistad con que me honró hasta su muerte. La figura espiritual del cardenal Eduardo Pironio, nacido aquí, es una referencia que enriquece la historia de esta comunidad y es un signo de los dones con que Dios la ha distinguido”.
A poco de haber sido ordenado sacerdote para la Orden de San Benito, fue nombrado prior de la Abadía de San Benito.
La Abadía de San Benito es un monasterio benedictino cercano a la ciudad de Luján. Fue fundado en 1914 por la Abadía de Santo Domingo de Silos, y estuvo en la ciudad de Buenos Aires hasta 1973. Luego se trasladó a su actual ubicación, en la vecindad del pueblo de Jáuregui, diócesis de Mercedes-Luján, formando parte de la Congregación Benedictina de la Santa Cruz del Cono Sur.
El 9 de febrero de 1983, luego de designado Abad de ese monasterio, recibió la bendición abacial de manos del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Juan Carlos Aramburu.
Como miembro de la Conferencia Episcopal Argentina, en la actualidad integra la Comisión de Vida Consagrada y, con antelación, también fue miembro de la Comisión de Liturgia. Asimismo, integró la Comisión “ad hoc” para el Misal argentino, presidida por el obispo Alfonso Delgado, que trabajó en la traducción del Misal Romano que aprobada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, como “edición típica” para la Argentina.
EN EL SECRETARIADO DE ECUMENISMO
A poco de ser ordenado sacerdote, también se incorporó al recientemente creado Secretariado de Ecumenismo como el primero de sus secretarios, cargo en el que luego alternó con monseñor Osvaldo D. Santagada. Monseñor de Elizalde debía a su formación monástica el interés por trabajar por la unidad de los cristianos, ya que en los años anteriores del Concilio y obviamente, también después, los monasterios fueron activos en el «ora et labora» por el ecumenismo. La actuación de monseñor de Elizalde fue fundacional, sentando las bases para mucho de lo que después se iría realizando.
Cuando fue elegido abad de San Benito, abadía que trasladó del barrio de Belgrano a las cercanías de Luján, dejó de tener parte activa en el Secretariado, pero quedó vinculado a él, debiéndose a una iniciativa suya la constitución del grupo de diálogo luterano-católico, que se inició precisamente con una celebración en la iglesia abacial del Santo Cristo.
LABOR INTELECTUAL
Además de su labor pastoral, monseñor Elizalde, halló tiempo para realizar estudios teológicos e históricos, los cuales revelan notable erudición y una brillante disciplina en la labor intelectual. De ello dan testimonio sus tempranas publicaciones en la revista “Studia Monastica”, de la Abadía de Mont serrat, de investigación sobre el monarquismo, entre 1965 y 1968; o mejor aún sus artículos en la revista “Cuadernos Monásticos”.
Profundo conocedor de la espiritualidad del Oriente cristiano, estudió y tradujo directamente del griego los apotegmas de los Padres del Desierto, los cuales fueron publicados primero en “Cuadernos Monásticos” y más tarde editados por Ediciones Paulinas.
En la actualidad, es miembro de honor de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina. De su vasto conocimiento sobre la historia de la vida monástica da cuenta su excelente ponencia acerca de “El Monacato Medieval y la Evangelización de los Pueblos Germánicos” pronunciada en las III Jornadas de Historia de la Iglesia, organizadas por la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina en octubre de 1997.
Por otra parte, monseñor de Elizalde es un experto en genealogía, disciplina sobre la que también ha efectuado valiosos aportes. De hecho, desde el 8 de abril de 1991 es miembro de número del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas.
Monseñor Martín de Elizalde es miembro honorario de la Fundación Vasco Argentina “Juan de Garay”; y también integra el consejo directivo en la Argentina de la histórica Orden de Malta, de la cual es Capellán Jefe Conventual ad honorem.
Por otra parte, monseñor de Elizalde es un erudito, asimismo, en literatura inglesa, materia acerca de la cual posee una copiosa biblioteca. Durante su estancia en Roma, en una etapa de su formación, estudió Biblioteconomía, siendo un especialista en temáticas bibliográfico, sobre las artes del libro, el libro antiguo y los grabados.
Merced al incentivo que ha recibido de un antiguo hermano suyo en la Abadía de Jáuregui, monseñor de Elizalde, es filatelista.
QUINTO OBISPO DE 9 DE JULIO
Tras el fallecimiento de monseñor José Tommasi, fue designado Administrador Apostólico de la Diócesis de Nueve de Julio, el 18 de septiembre de 1998. El 6 de julio de 1999 el Papa Juan Pablo II lo preconizó como obispo residencial de esta Diócesis; recibiendo el orden del Episcopado –en la Basílica de Luján- de manos del recordado monseñor Carlos Galán, arzobispo de la Plata, actuando como co-consagrantes los arzobispos Emilio Ogñénovich y Estanislao Karlic, por entonces al frente de las arquidiócesis de Mercedes-Luján y de Paraná, respectivamente.
Pocos días más tarde, en la tarde del viernes 17 de septiembre, tomaba posesión solemne de la Sede episcopal, iniciando así su gobierno pastoral.
De esa forma, de Elizalde se convertía en el primer religioso de la Orden de San Benito en ser nombrado al frente de una diócesis argentina. Si bien, hay quienes sostienen que el primer obispo benedictino en la Argentina fue Cristóbal de Aresti Martínez de Aguilar, segundo titular de la Diócesis de Buenos Aires entre 1635 y 1641; en rigor, ello sería inexacto, pues entonces su designación fue realizada para una diócesis perteneciente a una colonia de la Corona española y no para el Estado argentino.
EL MENSAJE DE AYER
En la misa celebrada ayer, en Acción de Gracias por los 16 años de servicio pastoral en esta Diócesis, monseñor de Elizalde pronunció una emotiva homilía. En la oportunidad, entre otros conceptos, reflexionó acerca de la profecía de Isaías, que presenta la caridad de quien es enviado por Dios: “para que sepa reconfortar al fatigado”, sin rehuir el esfuerzo y la adversidad, con la confianza de no ser defraudado.
“Y es esta certeza –dijo- la que nosotros, los pastores, debemos trasmitir a los cristianos, y cada bautizado vivirlo y dar testimonio de ello en un mundo dividido y angustiado, haciendo el bien y resistiendo al mal con la ayuda del Señor. Es esta la verdadera caridad pastoral, que vuelca en los hermanos toda la riqueza de la misión recibida, íntegramente, y lo hace con pureza y autenticidad”.
Monseñor de Elizalde, en su mensaje, no dudó en expresar un agradecimiento:
“Los motivos de agradecimiento –refirió- son muchos, pero sobre todo grandes. A Dios en primer lugar, que me confió esta querida Iglesia de Santo Domingo en Nueve de Julio, y sin percatarme yo, con la tradición benedictina y la disciplina cenobítica me preparó para ser padre y hermano, y que con la vivencia serena de la liturgia atrajo siempre mi corazón hacia la centralidad del misterio, al que el obispo, liturgo principal de su Iglesia, debe atender, para manifestar los tesoros que vienen de Dios y obtener los recursos espirituales de su ministerio”.
“Agradezco –prosiguió monseñor de Elizalde- al papa Juan Pablo II que me puso en esta impensada misión, y a su sucesor, Benito XVI: su magisterio y cercana solicitud fueron siempre guía y apoyo en el servicio episcopal. El papa Francisco recibió mi pedido de un obispo coadjutor con atención y solícitamente proveyó en Monseñor Ariel a darme la ayuda que pedía y a la diócesis el futuro titular de Nueve de Julio. A los hermanos obispos, que me acogieron en la Conferencia Episcopal Argentina, también les agradezco su cercanía y confianza, y quiero mencionar especialmente al arzobispo Carlos Galán, hijo de esta comunidad, quien me confirió el episcopado”.
“Encontré –expuso el prelado- en la diócesis una familia, con sacerdotes abnegados, solícitos pastoralmente por su gente, con sentido de comunión eclesial y capaces de fraternidad, que hicieron que estos años de servicio fueran verdaderamente una experiencia enriquecedora. Los consagrados, tanto religiosos como los miembros de los institutos seculares, siempre han sido un testimonio fuerte, coherente, constante, del Evangelio entre nosotros, ¿Cómo no mencionar a los monjes de Los Toldos y a nuestras queridas monjas carmelitas?”.
Por otra parte, en su homilía, el obispo de 9 de Julio explicó que “en todas las comunidades, la presencia y la actividad de los laicos es importantísima; sin ellos, el trabajo pastoral de la Iglesia estaría incompleto, y sin embargo, es mucho lo que hay que hacer todavía en este campo”.
“En las áreas pastorales –añadió- se hacen constantemente progresos, pienso en la catequesis, la educación, los jóvenes, las familias, la caridad, los enfermos, los scouts, la promoción vocacional, la difusión por los medios. Y la actividad cotidiana en las parroquias, a veces inadvertida, con la atención a quienes se acercan espontáneamente pero más aún, Dios lo quiera, con la búsqueda afectuosa, solícita, sacrificada, de quienes no pueden venir por sí mismos o no saben cómo hacerlo. Y todo esto, en el contexto de la sociedad, por la cual la Iglesia tiene una especial preocupación, confiada a los laicos para que en ella se hagan presentes con su testimonio y su aporte. Agradezco en fin a las autoridades civiles, siempre dispuestas a colaborar en las iniciativas que pudieran contribuir al mejoramiento integral de las condiciones de vida de los ciudadanos de estos distritos.
Monseñor de Elizalde concluyó su alocución con “un pedido de perdón por las innumerables faltas cometidas y las carencias mostradas en el cumplimiento de la misión recibida”.
UNA VIDA EN 9 DE JULIO
Si bien monseñor de Elizalde concluirá su misión pastoral en breve, seguirá residiendo en 9 de Julio. El hecho de que, el obispo Martín, haya decidido fijar su residencia en esta ciudad revela el cariño que siente por esta comunidad que lo ha recibido y adoptado como un hijo propio. Más aún, esta noticia también ha causado una gran alegría entre la comunidad laical y clerical, pues podrán seguir disfrutando de la cercanía espiritual de su querido obispo.