Dr. Tomás Domingo West. Una recta razón y una voluntad iluminadas por la virtud

westPor Héctor J. Iaconis.
* Es uno de los protagonistas más insignes en la historia política del 9 de Julio en el siglo XIX.
* Ejerció su profesión de médico con marcada dedicación, desempeñándose durante varios años como director honorario del Hospital de los Pobres (hoy Hospital Zonal de Agudos).
* Desempeñó funciones públicas, ocupando cargos municipales y convirtiéndose en el primer intendente, al ser sancionada la Ley Orgánica de las Municipalidades.
* De sólida formación intelectual, desde joven demostró su preocupación por la defensa de los principios de libertad e igualdad.
* En mérito de sus sólidas prendas morales, una de las calles de esta ciudad lleva su nombre.

Las virtudes son el patrimonio moral del hombre. Ellas le ayudan a comportarse bien en toda circunstancia, es decir, a hacerle bueno en el sentido más verdadero y completo. Ningún hombre nace bueno o malo, como nadie nace médico o artesano, pero de la naturaleza recibe la capacidad para llegar a serlo. Y el deber de ser virtuosos, es decir, buenos en el sentido auténtico, debe ser un empeño de todos porque todos deben buscar mejorar moralmente. No existe otra posibilidad: o se hace uno mejor o se hace peor. Esto significa o que se adquieren las virtudes o se  abandona a los vicios.
La virtud es un hábito bueno que hace al hombre capaz de cumplir el bien de un modo fácil y gratificante, que capacita a la persona para actuar de acuerdo a la razón recta. Hace de su poseedor una buena persona y hace sus actos también buenos. El hombre virtuosos es un persona verdaderamente libre.
Precisamente, el doctor Tomás Domingo West tuvo, movido por la virtud, es una disposición habitual y firme a hacer el bien; no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí mismo. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, tendió hacia el bien, lo buscó y lo eligió a través de acciones concretas.
Había nacido en la ciudad bonaerense de Lobos, el 15 de septiembre de 1856, hijo de Tomás West, de nacionalidad inglesa y médico de profesión, y de Juana Martínez.
Joven aún ingresó en la Universidad de Buenos Aires para cursar la carrera de Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas. Por aquel entonces formaban parte del claustro académico figuras de la talla de  Mauricio González Catán (anatomía topográfica), Nicanor Albarellos, Eduardo Wilde, Rafael Herrera Vegas, Ignacio Pirovano (clínica quirúrgica), Pedro Arata, Guillermo Udaondo, entre otros.
A lo largo de toda su etapa como estudiante se destacó por su aplicación. De ello, por ejemplo, da cuenta diploma que aún se conserva y que acredita haber rendido el examen de Química Orgánica con una muy distinguida calificación, hacia diciembre de 1875.
El 31 de julio de 1879 fue admitido como miembro activo en el Círculo Médico Argentino y, un año más tarde, debió tomar parte en la revolución por la federalización de Buenos Aires, participando en uno de los cuerpos sanitarios de asistencia a los heridos.
En 1882 se graduó en Medicina y, poco después, obtuvo el doctorado.
Durante algún tiempo, a poco de graduarse como médico, se radicó en Navarro. Allí ejerció la profesión y supo ganarse el afecto de los vecinos. Poco antes de alejarse de esa comunidad para radicarse en 9 de Julio, en agosto de 1885, la Sociedad Recreativa de Navarro le obsequió un álbum con la firma de los vecinos. Entre otras dedicatorias, los navarrenses le expresaron:
– «Al inscribir nuestros nombres en la página de este álbum, débil ofrenda al aprecio y consideración de que os habéis hecho acreedor, quered querernos que ella es la expresión genuina e involucra la idea verdadera de la amistad. Lejos como cerca siempre seremos vuestros amigos».
– «El pueblo agradecido a los servicios prestados por el doctor West y deseoso de manifestarle sus sentimientos y adhesión a la demostración de la Sociedad Recreativa Unión Artesana suscribe esta en prueba de sus simpatías».
– «Estimado West: a cualquier punto que nos arroje la hora del destino, que hoy empieza a separarnos y que la amistad tal vez vuelva a reunirnos, cuente siempre entre sus amigos con los que hoy lo recompensa en este pueblo».

EN 9 DE JULIO
En ese año de 1885, el doctor West, arribó a 9 de Julio. A poco de su llegada comenzó a tener una activa participación en la vida institucional tanto así que, el 31 de agosto del mismo año fue nombrado como médico de la Sociedad Española de Socorro Mutuos y, por la misma época, de la Sociedad Italiana..
El 7 de enero de 1886 fue elegido como municipal titular en la antigua Corporación y, con ocasión de promulgarse la Ley Orgánica de las Municipalidades, le cupo ser elegido presidente del Concejo Deliberante y primer intendente del distrito.
En esa función interina, como primer intendente, le cupo tomar cartas en el complejo asunto de la organización municipal, ajustando las prescripciones de la nueva legislación. Sin dudas, su capacidad de la administración puede conocerse en una interesante Memoria, del ejercicio de 1887. En ese documento, impreso de unas 40 páginas y fechado en mayo de 1888, da cuenta de la obra realizada por el intendente, destacando temas relacionados con la situación financiera, las obras públicas, la higiene y la salubridad. Puso también atención en la creación de un registro de vecindad, algo así como en antecedente inmediato del posterior registro civil.
En otros tres períodos desempeñó las funciones de intendente municipal. Además, entre enero de 1898 y diciembre de 1900, integró el consejo escolar, la que presidió durante dos períodos. Más tarde, por elección del 26 de noviembre de 1916, volvió a ser electo concejal.
El doctor West, hizo construir en el centro de la plaza principal una Rotonda con cuatro escaleras con ornamentos de balaustres y una columna de iluminación en el centro.
En 1908, siendo intendente también le cupo municitar, aunque por breve tiempo, el servicio de energía eléctrica prestado hasta entonces por un particular.

LEGISLADOR PROVINCIAL
Quien nos ocupa en dos ocasiones ocupó una banca de diputado en la legislatura provincial. Primero, lo hizo entre mayo de 1891 y abril de 1892 y luego, este enero de 1892 hasta agosto del año siguiente en que debió cesar con ocasión de la Intervención

ENTRE LOS FUNDADORES DE LA SOCIEDAD RURAL
Durante los días 8, 9, y 10 de octubre de 1897, el martillero público Ángel J. Rébora  (padre del destacado jurisconsulto Juan Carlos Rébora) realizó unas serie de remates feria en el pueblo de 9 de de Julio. El primero de estos se efectuó en la quinta de Miguel Tellechea que estaba situada frente al depósito de locomotoras que por entonces poseía la estación del Ferrocarril del Oeste (hoy Ferrocarril Sarmiento), al lado de la mesa giratoria.
Esta feria de animales vacunos tuvo éxito, por lo cual al terminar la misma, Rébora inició gestiones ante quienes se habían favorecido con sus consignaciones, con la finalidad de fundar una asociación que fomentara esa clase de negocios (remates ferias) y el mejoramiento de la ganadería del partido. La iniciativa del martillero fue acogida con beneplácito por varios productores agropecuarios quienes convinieron en efectuar una reunión.
En la noche del 10 de octubre de 1897 Rébora reunió un grupo de hacendados, en el antiguo  Hotel  Monteverde, que se encontraba en el primer piso del edificio de la Sociedad Italiana (en los altos del  Teatro Rossini, en un salón que aún conserva parte del aspecto original). Allí resolvieron la fundación de la Sociedad Rural de 9 de Julio quedando formada una comisión provisorio integrada por: Celedonio Salazar, presidente; Juan Fesser, vicepresidente 1º; Carlos María Naón, vicepresidente 2º; Manuel Ormaechea, tesorero; Salvador Velarde, protesorero; Ángel J. Rebora, secretario; Juan Ortiz de Rozas,  Exequiel Dudignac, Nevin C. Slach, Rafael  Prieto; Benigno A. Martínez, Honorio Boineau,  Arturo Yeo- mans, Doctor Tomás D.West,  Francisco Avanzini,  Pastor Dorre- go y Santiago Luna Klic.
Una vez distribuidos los cargos, se inició las ventas de acciones que permitiría dar forma a la entidad y para cubrir  los gastos que se demandaran.

EN LA SOCIEDAD PROTECTORA DE LOS POBRES
Desde su fundación, el doctor Tomás West, brindó su decidido acompañamiento a la labor iniciada por la Sociedad protectora de los pobres. Junto a un familiar suyo y amigo, Abelardo Parodi, junto con un grupo de vecinos, pusieron en marcha la filantrópica obra de construir un hospital para las personas que no tuvieran recursos. De esta manera fue levantado el Hospital de los Pobres (hoy Hospital Zonal de Agudos).
Durante más de dos lustros brindó sus servicios profesionales sin percibir remuneración alguna.

PALABRAS FINALES
Todo hombre recibe con su naturaleza una inclinación natural de su inteligencia a la verdad y de la voluntad al bien. Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena.
El doctor West fue virtuoso porque obró de modo inteligente y vigoroso, con audacia, coraje, sin retrasos inútiles, con amplitud de miras; y esto con simplicidad y espontaneidad, sin ostentaciones, como algo natural. Tuvo el vigor necesario para practicar el bien con constancia y paciencia, pese a las dificultades; la actitud de firmeza, que lleva a la persona a cumplir con sus deberes y responsabilidades, aún cuando las dificultades lo hagan gravoso.
En diciembre de 1927 después de brindar sus servicios como médico en esta comunidad se radicó en la ciudad de La Plata allí ocupó un puesto de médico de policía, en julio de 1932, ocasión en la cual celebró medio siglo de labor continuada en la medicina.
Falleció en La Plata, en su residencia de la calle 57 y 13, a las cinco de la mañana del 7 de diciembre de 1936, víctima de una insuficiencia cardíaca aguda
Así llegaba al final una vida de entrega y dedicación; una existencia ceñida por un fuerte impulso hacia la búsqueda del bien común, en un camino de suprema elevación.

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