Por Héctor José Iaconis.
Si bien muchos nuevejulienses saben de su existencia, los más jóvenes quizá no conocen su historia y, sobre todo quienes visitan la ciudad, se llevan la impresión de que, la totalidad de la fachada de la Iglesia Catedral, en su conjunto arquitectónico, pertenece al solar del templo. Sin embargo, hacia el lateral izquierdo, donde limita con el edificio de la Municipalidad, en una porción de la misma se encuentra, lo que podría denominarse, un trampantojo.
Según el mentado Diccionario de Martín Alonso, un trampantojo (trampa ante ojo), término que se emplea desde el siglo XVII, es “una ilusión, trampa, enredo o artificio con que se engaña a uno haciéndole verlo que no es”. En la arquitectura, como en otras expresiones de las bellas artes, existe una multiplicidad de tipos de trampantojos, generados con la finalidad de producir una efecto visual determinado.
En el caso de la fachada de la Iglesia Catedral, o más bien, el segmento que perteneciendo al edificio municipal aparenta ser parte del conjunto edilicio del templo, está conformado por tres ventadas, dos bajas y una alta. Esas ventadas, desde luego, corresponden a una oficina del Palacio Municipal.
UNA LARGA ESPERA
Cuando, promediando la década de 1930, fue modificada la fachada de la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, hoy Iglesia Catedral, en el lugar donde se encuentra hoy el trampantojo, quedó una pared lisa que era, precisamente, el muro anterior del Salón Blanco. En efecto, tratándose de un espacio municipal, en esa ocasión, no se intervino en la construcción, dejando en el lugar un vacío.
Resultaba un golpe visual bastante desfavorable observar, entre dos notables edificios como son el Palacio Municipal y la Parroquia, un vano, completamente ocioso y discordante.
Desde la finalización de la nueva fachada de la que, con los años, sería la Iglesia Catedral, se habían sucedido al menos doce gestiones municipales. Ninguna acometió seriamente la tarea de disponer esta edificación que, con poco, corregiría notablemente el aspecto de un espacio tan céntrico e importante para la comunidad.
Fue recién en 1952 cuando, por iniciativa del edil Manuel García Formoso el Concejo Deliberante de 9 de Julio autorizó al Departamento Ejecutivo municipal a financiar la construcción de esa fracción de la fachada del templo aún inconclusa. Así, el 22 de junio de ese, fue aprobado el llamado a licitación para las obras y, al mismo tiempo, fue confeccionado un pliego de bases y condiciones. Consistía, sin más, en la construcción de “una pieza, altillo y un garaje, en el terreno lindero a la Iglesia Parroquial”.
El garaje indicado, que fue construido en la oportunidad, funcionó como tal por varias décadas, siendo luego una puerta de acceso secundaria al templo hasta que, en 2018, fue erigido allí el Cinerario “Padre de las Misericordias”.
Las obras quedaron ultimadas un año más tarde. A pesar de las relaciones un tanto tensas que el intendente municipal de turno, Horario Italiano, perteneciente al Partido Peronista, mantenía con el cura párroco, presbítero Domingo Güida, la edificación pudo concluirse satisfactoriamente, dando equilibrio visual y estético a la fachada de la Parroquia.