El Almacén de Moro y Domínguez

Por Héctor José Iaconis
En diferentes ocasiones nos hemos referido a los comercios de ramos generales que funcionaron en la ciudad de 9 de Julio a lo largo de su historia. Si bien muchos perduraron hasta avanzada la segunda mitad del siglo XX, algunos concluyeron su actividad mucho antes y, quizá, para muchos nuevejulienses de nuestro tiempo, sean completamente desconocidos sus nombres.

Anverso y reverso de la medalla emitida en ocasión de la inauguración del Almacén de Moro y Dominguez, el 4 de agosto de 1893. Gentileza Matías Losinno.

Dentro de aquellos se circunscribe el almacén de ramos generales fundado por Germán Moro y Antonio Domínguez, dos inmigrantes españoles que, al momento de erigirlo, contaban poco más de treinta años de edad. En efecto, el 4 de agosto de 1893, en un amplio edificio ubicado en una esquina céntrica de la ciudad, establecieron el negocio, con anexos de tienda, corralón de materiales, ferretería y venta de implementos y herramientas para la agricultura. De ello da cuenta una peculiar medalla que fue acuñada con motivo de esa inauguración.
Tanto Moro como Domínguez fueron dos vecinos que se destacaron por su protagonismo en la vida social del pueblo y, al mismo tiempo, tuvieron implicancia en la política lugareña, el primero y en las instituciones, el segundo.
En 1895, además de sus propietarios, el personal del almacén estaba conformado por Manuel Domínguez, Ramón San Pedro, Vicente Ibañez, Antonio Rey, Escolástico Martpinez, Pedro Borobia, Juan Zubieta, Florencio Martín, Sixto Bolloquin, Ventura Saracha, Miguel Arbizu y Antonio Gosso, entre otros.
Desde sus comienzos la firma “Moro y Domínguez” tuvo preponderancia en el pueblo, al punto de ser reconocido entre los comercios en su tipo más importantes, a comienzos del siglo XX.
Paulatinamente fueron incorporando otras secciones al almacén y, llegado el momento, debieron acometer una transformación frente a la circunstancia que sufría el comercio local. Cuando estaba apenas desarrollado el servicio de energía eléctrica en 9 de Julio y la capacidad operativa de la planta era limitada y, al mismo tiempo, el suministro de la energía costoso para los hogares particulares, Germán Moro y Antonio Domínguez, acometieron un emprendimiento. El martes 3 de febrero de 1903 inauguraron una pequeña usina de gas para alumbrado. Al principio optaron por iluminar solamente las instalaciones del negocio, pero pronto extendieron la red a sus respectivas viviendas. Acaso lo mismo hicieron hacia otros domicilios inmediatos, pues la fuente poseía la capacidad de alimentar 150 lámparas de cuarenta bujías cada una.
Algunos años más tarde se incorporó a la sociedad, Fernando Zubieta, acerca de cuya biografía nos hemos referido en esta misma sección hace algunos años.
Antonio Domínguez falleció en agosto de 1916, mientras ejercía la presidencia de la Sociedad Española de 9 de Julio. A esta institución no solamente le había brindado su tiempo y gestión, sino también los recursos pecuniarios para hacer frente a algunas situaciones financieras que se debieron afrontar.
Lejanos en el tiempo vuelven a nosotros, al menos en las breves líneas de este recuerdo, el nombre y un trazo de la historia de esta casa comercial que existió en nuestro medio.

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