“La Protegida del 9 de Julio”. Una empresa de transporte y servicio postal

Por Héctor José Iaconis.
En 1874 comenzó a funcionar en 9 de Julio una empresa de mensajería, transporte de pasajeros que, más tarde, añadió también servicio portal para la Dirección de Correos. Se trataba de “La Protegida del 9 de Julio”, que pertenecía a los hermanos Eladio, Eustaquio y Francisco Diaz.
Si bien no fue la primera en su tipo en esta zona de la provincia de Buenos Aires, estuvo entre las más renombradas y, por algunos lustros, brindó su importante servicio de diligencia a los vecinos del pueblo, uniendo primero Chivilcoy con 9 de Julio, para favorecer la conexión con la punta de riel del Ferrocarril del Oeste. Al mismo tiempo, el recorrido incluía el pueblo de Bragado y concluida en el Fuerte “General Paz”.
Pocos años después, hacia 1877, “La Protegida” incluyó una línea a Bolívar, para lo cual, Eladio, fijó transitoriamente allí su domicilio.
Vinculados tempranamente a la sociedad nuevejuliense, los hermanos Díaz integraron las primeras instituciones surgidas a la luz de la vida civil de 9 de Julio, tales como la Sociedad Filarmónica, la Sociedad Española de Socorros Mutuos y la Logia Masónica. Los tres conformaron su hogar en 9 de Julio y Eladio, que ocupó el cargo de concejal municipal falleció aquí el 17 de junio de 1892.
Si bien la empresa fue primero propiedad de los tres hermanos, con el tiempo quedará al frente de la misma, Eustaquio.

EL RECORRIDO
Buenventura Vita, primer historiador de 9 de Julio, citando una publicación del periódico “La Defensa” del 28 de agosto de 1887, nos ofrece interesantes datos acerca del recorrido que comprendía este servicio de transporte.
“Esta mensajería –refiere- hacía el viaje hasta Bolivar en dos días y en el trayecto tocaba los siguientes parajes: Casa de negocio de Medina, Spraggon Santa Elena, Galup San Dionisio, José Somariba, Ramón Nabeiro, Casa de Negocio, Don Tomás Drysdale, Don Juan Drysdale, Don Manuel Trejo, Don Manuel Groba, Casa de negocio y Pehuajó, Ribero, Casa de negocio ‘La Candelaria’, Alfredo Bonet, Dr. Morel, Rodolfo Funge, Enrique Barco, Las Tunas, Sucesión de Gonzalez, Casa de negocio, Manuel Santos, La Criada, Aspa Tordilla y Trenque Lauquen. De ahí a Bolivar tocaba Casteín y Gallegos, Miguel Layana, Antonio Rodoni, Leopoldo Bamal, Salinas Hermanos, Casa de negocio de Diego Gainor, Guillermo Mac Gregor, Francisco Corbalan, Casa de negocio, José Cutero, N. Peralta, Cosme Romero, Places y Gorches, cas de negocio, N. Villamayor y Bolivar”.
“En combinación –añade Vita- con la mensajería de los Señores Díaz, había una línea de galeras que hacían el servicio a Lincoln y Lavalle, tocando los establecimientos de José Marquez (pulpería), La Vanguardia, La Primera, La Esmeralda, Juan Pedro, Pulpería ‘La Reina’, Del Moro, San Martín y Lincoln, pasando por Lavalle” (1).
En 1881, “La Protegida del 9 de Julio”, pertenecía a la firma Eustaquio Díaz y Cia. Contaba con siete vehículos ocupados (cinco volantas y galeras, dos carros) y un total de ciento cincuenta caballos (cien en trabajo y cincuenta en invernada). El personal lo integraban catorce personas, entre quienes había once cocheros y peones, dos mayorales y un capaz.
Para entonces, el recorrido contaba con cinco postas (2).

«La Posta», obra de Juan León Palliere. Litografía impresa por Pelvilain. Samuel Haigh, Bosquejos de Buenos Aires, Chile y Perú. Esta posta se asemeja a las existentes en el interior del Partido de 9 de Julio. En ellas las mensajerías podían efectuar el cambio de caballos, en tramos de su recorrido.

EL SERVICIO POSTAL
El 24 de agosto de 1876, Eladio Díaz firmó un “Contrato para la conducción de la correspondencia por Mensajerías de correo en la línea de Chivilcoy a Bragado, Nueve de Julio y Fuerte General Paz” con el Director General de Correos. Por entonces, desempeñaba ese cargo, Eduardo Olivera (1827-1910), eficientísimo funcionario, que logró reorganizar esa repartición.
De acuerdo con ese documento, “La Protegida del 9 de Julio” debía conducir la correspondencia desde Chivilcoy hasta el Fuerte “General Paz”, pasando por Bragado y 9 de Julio, realizando quince viajes hasta el último y siete hasta el Fuerte.
La Dirección General de Correos, por única remuneración por este servicio, les entregada “dos pasajes de ida y vuelta cada dos días en el Ferrocarril hasta Chivilcoy”. Este pago debió ser nada despreciable, si se tiene en cuenta las ventajas que tenía para los empresarios disponer de pasajes por ferrocarril hasta Buenos Aires.
La correspondencia debía conducirse en un compartimento especial que tenía el carruaje sobre la tolda, con llave; y era especial exigencia de la Dirección de Correos que los viajes no excedan de las seis horas, “el tiempo que se invierta en recorrer la línea, cuya distancia se estima en 32 leguas”. Es decir, las seis horas refiere a la duración de tiempo entre un pueblo y otro, siendo de dieciocho horas la totalidad de la línea (3).

Eustaquio Díaz.

EL FINAL
En coincidencia con lo afirmado primero por Buenaventura N. Vita (4), el historiador Henry Aznar también asegura que, para 1889, esta mensajería había dejado de funcionar (5). La extensión de las líneas férreas a los pueblos recientemente creados, coadyuvó para que las galeras, aquellos grandes carruajes que habían trazado una larga historia por los caminos del interior bonaerense, dejen de circular para siempre.

NOTAS
(1) BUENAVENTURA N. VITA, Crónica Vecinal de Nueve de Julio. 1863-1900, original mecanógrafo inédito de una versión primitiva de esta obra, la única que se conoce completa, circa 1930, que se conserva en el Centro Cultural, Archivo y Museo Histórico “General Julio de Vedia” de 9 de Julio.
(2) Censo General de la Provincia de Buenos Aires. Demográfico, agrícola, industrial, comercial… verificado el 9 de octubre de 1881…, Buenos Aires, Imprenta de El Diario, 1883, pág. 98.
(3) Anuario de Correos de la República Argentina presentado al Exmo. Gobierno Nacional por el Director General del Ramo, Segunda Serie, N° 2, Buenos Aires, Imprenta a vapor de El Tribuno, 1876, pág. 78 s.
(4) HENRY AZNAR, Historia de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Nueve de Julio, 9 de Julio, Sociedad Española, 1982, pág. 15.

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