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¿Te acordás de “Juancito de la Trocha”?

Fue un personaje entrañable de la comunidad de 9 de Julio que muchos aún recuerdan con cariño: Juan Guarischi o Guarische, popularmente conocido como “Juancito de la Trocha” o como “El Enanito de la Trocha”.
Fue un personaje querido que recorrió, durante muchas décadas, las calles de 9 de Julio, sembrando su alegría y cordialidad a todos quienes se le acercaban para conversar o, simplemente, para saludarlo.
Queremos recordar por medio de esta semblanza a Juancito, un ser humano excepcional que, siendo pequeño en su estatura, fue grande de corazón.
Son escasos los datos referenciales que se conocen acerca del nacimiento y de la infancia de Juancito. Sabemos que era de nacionalidad italiana, había nacido el 11 de abril de 1909 en Momo, una pequeña comuna de la provincia de Novara, en el Piamonte, que por esos años contaba unos 2800 habitantes.
De sus padres , don Angel Guarischi y doña María Pietroboni también son escasas las noticias que han sobrevivido, merced del testimonio oral, al inexorable paso del tiempo.
Es difícil precisar con exactitud la fecha en que Juancito arribó a la Argentina. Habiendo consultado la completísima base de datos de la Fundación Agnelli (un Instituto de estudios en el campo de las ciencias sociales, fundado en la ciudad de Torino, Italia), donde se encuentra un registro de los pasajeros de inmigrantes de origen italiano, arribados al Puerto de Buenos Aires, en el período comprendido entre 1882 y 1920, no aparecen datos acerca de la llegada de Juancito ni de sus padres. En consecuencia, sería probable que haya inmigrado después de 1920.
EN 9 DE JULIO
Juancito se radicó en 9 de Julio, acompañando a su madre que me había sido designada Guardabarreras (en el caso de la mujer que ocupa ese puesto, se la llama más adecuadamente, Guardesa) de la Estación “9 de Julio Norte” (llamada vulgarmente “la Trocha”) de la Compañía General Buenos Aires. La Compañía General de Ferrocarriles en la Provincia de Buenos Aires (CGBA, llamada a menudo Compañía General de Buenos Aires y en francés, Compagnie Général de Chemins de Fer dans la Province de Buenos Aires) era una empresa francesa, formada en 1904, que operó una red de ferrocarriles de trocha angosta (de un metro) en Argentina, durante la primera mitad del Siglo XX.
En ese entonces, la emprensa poseía varios ramales:
Buenos Aires – Rosario, habilitado en 1908; Villars – 9 de Julio, librado al uso en 1909; González Catán – Puerto La Plata, de 1910; Pergamino – Vedia, habilitado en 1910; Patricios – Buenos Aires y 9 de Julio – General Villegas, librado en diciembre de 1912.
Su madre, doña María, formada sin dudas en el carácter de la sociedad italiana de condición humilde, acostumbrada al rudo trabajo en aquella Italia empobrecida de la era monárquica o de la dictadura fascista, era una mujer de fortaleza, que bien puede ser citada como un ejemplo de laboriosidad. Además de custodiar el paso a nivel, sus barreras, palenques y cadenas, se aseguraba de mantener en inmejorables condiciones las señales y los cambios.
Juancito vivió en el sector de vías de “la Trocha”, mientras su madre se desempeñó en el Ferrocarril. Allí se transformó en un personaje característico de la barriada, donde se lo solía ver por la calle, dialogando con algún vecino o algún compañero ferroviario, o en la legendaria fonda de don Julio Giuliani, con alojamiento y bar, que estaba ubicada frente de la aludida estación.
EN SU BICICLETA
Cuando su madre se acogió a los beneficios de la jubilación, Juancito cambió de domicilio. Ya no vivía en las viviendas ferroviarias sino en una casa ubicada en la calle Santa Fe al 1600.
Tras el fallecimiento de su madre, doña María, quedó sin familia. Fue su gran amigo Ismael Fernández (“Coco”) quien le brindó su ayuda.
Si bien al principio solía andar por las calles con un carrito tirado por un caballito petizo, siendo ya adulto aprendió a desplazarse en bicicleta, construida acorde a su medida. Montado en su bicicleta solía recorrer la ciudad, vendiendo billetes.
En una entrevista realizada muchos años atrás, “Coco” Fernández explicaba: “ Juancito comenzó a andar en bicicleta cuando mi sobrina era muy chiquita. Nosotros lo supimos para ver qué pasaba y le encantó; a tal punto que se iba a vender billetes en la bicicleta a Patricios, El Provincial, French y Dennehy. El era invencible, con su pasito corto llegaba a todos lados”.
“Cuando murió su madre -proseguía Fernández-, Juancito, se encontraba desconcertado. Yo lo conocía bastante y comenzamos a hacernos amigos. Venía mucho a mi negocio y, como en esa época yo vendía artículos para el hogar, le comencé a dar algunos para que los vendiera por la calle y se hiciera de unos pesos».
“Al principio salía tímidamente, pero después le gustó porque tenía mucha respuesta de la gente. En una época llevaba unos 20 artículos en su carrito, desde pasadores, medias, lámparas hasta billetes de lotería”, decía Fernández.
En un interesante audiovisual realizado por alumnos y docentes de la Escuela Nº 50, en 1995, titulado “La Trocha. Un barrio con rica historia”, don Ignacio Robledo recordaba que “Juancito era muy querido por todos los vecinos del barrio y de la ciudad”.
“Era curioso –comentaba Robledo- verlo recorrer las calles con su bicicleta; además de llevar un portafolio también iba con un bastoncito con el cual tocaba el timbre o el llamador de las casas, porque por su altura no alcanzaba”.
“Siempre tenía algo que decir, siempre un chiste o un comentario a flor de piel”, refiere Robledo.
Además de su sentido del humor, Juancito también solía utilizar de algunos simpáticos recursos para la venta de la lotería. Ofrecía un billete asegurando que era el último que le quedaba; sin embargo, cuando lo vendía, volvía a sacar otro de su valija y, nuevamente, lo ofertaba como el último.
Junto a sus amigos “Coco” Fernández y Miguel Angel Seery, Juancito, viajó en varias ocasiones a la ciudad de Buenos Aires. Por ese entonces le estaban gestionando los trámites jubilatorios, que pudo concluir satisfactoriamente.
“Lo llevamos -rememoraba Fernández- al Luna Park a dar patinaje sobre hielo; a ver los edificios más altos y a muchísimos lados. Fuimos como tres veces porque se había quedado impactado, porque había salido de 9 de Julio”.
PALABRAS FINALES
Juancito falleció en 9 de Julio el viernes 1º de noviembre de 1985. El pertenecía, sin dudas, a una comunidad diferente de la que predomina en la actualidad: una ciudad dividida el trajín cotidiano con más lentitud, sin tanta prisa; en la que todos sus habitantes, o por lo menos la mayoría, se conocían entre sí. Era aquella, la ciudad de 9 de Julio a la que pertenecía Juancito, la comunidad que disfrutaba más intensamente de aquellos legados de otros tiempos, el almuerzo dominguero en familia, los paseos en las tardes sabatinas por el Parque o la Plaza; la imagen de los chicos jugando a la rayuela en una tarde silenciosa.
Juancito fue testigo de una época de oro del ferrocarril. De hecho, su historia quizá es simular a la de otras personas que, siguiendo su destino, arribaron con el ferrocarril para trabajar en los ramales y se afincaron para siempre.
En ocasión de su deceso, el Diario EL 9 DE JULIO lo despidió con una nota que tituló simplemente “¡Chau Juancito!”, el cariñoso saludo con que, de forma cotidiana, la gente lo distinguía apenas lo veía.
“Su escasa estatura –expresaba ese artículo- que no fue obstáculo para que fuera de alma grande generosa y, siempre tenía una palabra delicada para sus interlocutores… , Juancito, es sólo un recuerdo que perdurará en quienes lo conocieron, que fueron la gran mayoría de los habitantes de 9 de Julio y que le dispensaban un entrañable cariño”.
En mayo de 2014, el Concejo Deliberante impuso la denominación de Circuito «Juancito de la Trocha», a la espacio ubicado en el “Paseo La Trocha”

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