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Cuando las cajitas de música llegaron a 9 de Julio

Aunque aún se las suele ver, en algunos comercios, las cajitas de música con el tiempo fueron perdiendo el encanto que en otro tiempo tuvieron. En esta ciudad existieron varias casas que las comercializaron, a lo largo de todo el siglo XX y, fue el joyero Ramón Rey quien, en la década de 1890, introdujo las primeras que llegaron a 9 de Julio.
La caja de música, un instrumento mecánico, en el que unos dientes de acero, afinados, son puestos en vibración por contacto con partes en movimiento impulsados por un mecanismo de relojería, fue inventada por, Antoine Faure. En efecto, en 1796, creó la primera música conocida producida por dientes de acero percutidos por puntas sujetas a un disco o rodillo.

Cajita de música con mecanismo antiguo.

Originalmente un complemento de relojes evolucionaron a cilindros de latón con pernos de acero que percutían una línea de dientes afinados, los cuales dieron lugar al peine afinado, de acero y en una sola pieza, provisto de la mejora esencial de apagadores de acero.
Hacia 1825, la caja musical estaba bien establecida, con peines sonoros de hasta 250 dientes que cubrían un ámbito de 6 octavas. La producción surgió, sobre todo, de Suiza bajo los constructores Henriot y Paillard. Además de música sacra y popular, se reprodujeron con este instrumento arias y oberturas de las óperas más famosas.
La mejora más importante fue a continuación la aparición de los apagadores cuya función era limitar las vibraciones parásitas de las placas. Estos apagadores eran al principio concebidos a partir de plumas de pollo.
Hacia 1875, Charles Paillard, los hermanos Nicole y bien de otros fabricantes suizos comenzaron a producir cajas de música de manera industrial. Los métodos cambiaron y los milagros de la industrialización permitieron inventar máquinas capaces de reproducir los cilindros en enorme número y a costes reducidos. Esto permitió superar la competencia de los fabricantes franceses como la Espada.
Las otras innovaciones tenían por objetivo acentuar el ritmo de las melodías y volver las cajas de música “más ricos” desde el punto de vista del vuelto sonoras. Por ello los tambores y los carillones hicieron su aparición. Los martillos de las campanas casaron la forma de animales de metal como mariposas, abejas y otros pájaros.
Los tambores por su parte constituían verdaderas partes en reducción con verdaderas pieles y troncos de cobre.
Con el correr del tiempo, las cajitas musicales a cuerda fueron dotadas de un mecanismo, para dar movimiento a figuras sobre la caja. Así, cuando uno abría una caja de música podía encontrarse con el encanto de una bailarina moviéndose al compás de la música.
Hoy, en la era de los teléfonos celulares sofisticados y de la música digital, las cajitas de música siguen conservando una belleza que perdura en el tiempo.

 

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