John Graham Kerr. Un naturalista en 9 de Julio

Por Héctor José Iaconis.
En 1889, el naturalista inglés John Graham Kerr (1869-1957) arribó a la Argentina con el cometido de participar de la famosa Expedición al Río Pilcomayo que lideró el capitán John Page entre marzo de 1890 y marzo del año siguiente. Antes de emprender aquella travesía, derrotero que le permitirá recoger una información muy relevante para sus estudios posteriores, el científico visitó la Estancia “Mate Grande”, en el Partido de 9 de Julio y, de manera accidental, el pueblo homónimo.
Se vinculó con sus compatriotas británicos, familias que se hallaban establecidas en esas tierras desde el avance de la Frontera.
De manera exhaustiva, durante su estadía en el Partido de 9 de Julio, Kerr, recogió sus impresiones, a modo de Diario, y las remitió en sustanciosas notas a la “British Ornithologists’ Union”.
Si bien se trata de un informe con sustratos académicos, Kerr, también se ocupa de plasmar sus observaciones acerca de las peculiaridades de la sociedad que conformaba, entonces, 9 de Julio. No escapó a la aguda mirada del avezado observador los rasgos de la población y el aspecto del promisorio del pueblo.

EL VIAJE A LA ARGENTINA
Edward Hindle en una semblanza publicada con ocasión de su fallecimiento, recuerda que John Graham Kerr, contaba apenas diecinueve años cuando, en una tarde de febrero de 1889, mientras regresaba de sus clases, en un número de la revista “Nature”, leyó un anuncio publicado por Philip Lutley Sclater, secretario de la Sociedad Zoológica de Londres. En el mismo, se daba cuenta acerca de la expedición que realizaría el capitán Juan Page, “para el estudio del Pilcomayo, desde el Paraná hasta las fronteras con Bolivia”, quien se disponía a brindar un lugar en su tripulación, a un naturalista, quien, según Sclater, “tendría la oportunidad de investigar la fauna y la flora casi desconocidas del Gran Chaco”.
En esos días, Page, se encontraba en Londres y había manifestado ante la Royal Geographical Society su interés de contar con un naturalista en la expedición que comenzaría en Buenos Aires, a partir de junio del mismo año.
La lectura de ese artículo, en palabras del propio Kerr, determinaría su futuro y su vocación. Inmediatamente se puso inmediatamente en contacto con Philip Sclater, haciéndole saber su interés en formar parte de la expedición. Finalmente, fue elegido para acompañar al capitán Page en su expedición al Pilcomayo y, con ese objetivo, el joven naturalista se embarcó con rumbo a Buenos Aires, el 2 de junio del mismo año.

LAS NOTAS
En 1950, la Universidad de Cambridge, publicó A Naturalist in the Gran Chaco, un libro conformado por diez capítulos, en dos partes. Los primeros ochos capítulos, de la primera parte, se refiere a la expedición realizada con el capitán Page, entre 1890 y 1891; mientras que los restantes, que se agrupan en la segunda, se ocupan de la Lepidosiren Expedition, que realizó entre 1896 y 1897.
En el capítulo II, describe su experiencia en “La Pampa” y su estancia en el Partido de 9 de Julio, en el otoño de 1889, antes de zarpar con Page en la travesía por el Pilcomayo.
Sin embargo, una descripción más pormenorizada de su visita a 9 de Julio y a la Estancia “Mate Grande”, entonces ubicada en el mismo distrito, se ha conservado a partir de las cartas que, el naturalista, remitió desde Argentina a Inglaterra, en esos días.
Desde la Estancia “Mate Grande”, envió varias cuartillas al botánico Isaac Bayley Balfour (1853-1922). Este, al mismo tiempo, puso los textos en manos de John Alexander Harvie-Brown (1844-1916), ornitólogo y naturalista escocés, quien los entregó para su publicación al editor de la Revista Ibis, el zoólogo Philip Lutley Sclater, el mismo que le había recomendado para emprender la Expedición Page.
Ibis eran entonces, y lo es en la actualidad, una prestigiosa revista académica, dedicada a la ornitología. Editada desde su creación, en 1859, por la British Ornithologists’ Union, de frecuencia trimestral, es considerada una publicación de ineludible consulta para esa especialidad.
“Ibis” publicó las notas de Kerr, concernientes a su estancia en el Partido de 9 de Julio en su edición de julio de 1890.

EN 9 DE JULIO
En julio de 1889, John Graham Kerr, se encontraba en Buenos Aires. Había arribado al puerto a finales del mes anterior y, en agosto, recibía la invitación para hospedarse en la Estancia “Mate Grande”, ubicada en el Partido de 9 de Julio.
Por entonces, la línea del Ferrocarril del Oeste finalizaba en 9 de Julio. Por este medio decidió emprender el viaje el joven inglés, el 6 de agosto, en el servicio de las 7:15 horas que partía desde la Estación “Once de Septiembre”.
Según Keer, los vagones largos del tren, le parecían “fríos y cargados”.
De su travesía en el Ferrocarril del Oeste, Kerr apuntó las características del paisaje que pasaba delante de sus ojos. La preponderancia del ombú, los cultivos en la primera parte del recorrido que, en suelo más agreste, se tornaba “salvaje” entrada la pampa.
“Hacia el final -dice- de nuestro viaje, el carácter del país cambió; se volvió más salvaje. La superficie se volvió ondulada, los ombúes desaparecieron y nos encontramos entre los grandes pastos nativos de la Pampa.
Alrededor de las 13 horas el tren había llegado a destino. En la estación ferroviaria, el viajero, tomó un coche de plaza que lo condujo hasta un hotel o, más bien, tal fue su apreciación, “a una posada”.
Es dable conjeturar, por las características reflejadas por el autor, que el lugar de hospedaje pudo haber sido el Hotel “Cruz de Malta”, propiedad de Ernesto Poggi, ubicado en la esquina de Boulevard Montevideo e Independencia (hoy, avenida Bartolomé Mitre e Hipólito Yrigoyen. Aunque había pasado el mediodía, no bien traspuso la puerta del local, se dispuso a ingerir “el desayuno”. Al respecto, le resultaba extraño el estilo de la alimentación del país y le resultaba dificultoso distinguir la frugalidad del desayuno lugareño (una taza de café con leche acompañado con pan y manteca). Lo confundía con el almuerzo que, desde luego, se servía a mediodía.
Por ello, cuando llegó al hotel, entendió que iba a tomar un desayuno en lugar del almuerzo.
“El establecimiento -escribe Kerr- pertenecía a un italiano y, por lo tanto, la cocina tenía el estilo peculiar afectado por ese país. Se caracterizó por una sorprendente superfluidad de ajo y aceite, y fue, para el gusto británico, excesivamente desagradable. La sopa en este lugar consistía en agua tibia, en la que flotaban los restos de pan de las comidas del día anterior”.
“Luego -añade-, continuó una especie de pescado salado, tan duro como un trozo de madera, que flotaba en un océano de aceite rojo. Finalmente, probé un plato llamado «biftek» a la carta, pero que aparentemente eran piezas de cuero estofado. Para entonces, todos mis síntomas de hambre habían desaparecido y salí a recorrer el pueblo.
Kerr describe el pueblo como, “un lugar pequeño de un par de miles de habitantes”. Como todos los pueblos hispanoamericanos, 9 de Julio, consistía en una plaza central, dispuesta con césped y arbustos, y una serie de calles que formaban ángulos rectos entre sí.
Los habitantes le parecieron “bastante decentes”, y le impresionaron favorablemente “la gran cortesía y la gratitud de las clases más humildes”.
Según el observador, en el pueblo, todos iban “armados con un revólver y, si es nativo, también con un cuchillo grande”.
“Sospecho que este hábito tiene que ver con la cortesía general. Ante cualquier falta, el castigo consiste en una dosis de plomo o acero”, infería con ironía.
Se comunicó con los vecinos por medio de un castellano un tanto rudimentario. Cuando no le comprendían, recurría al francés pues, según decía, “encontraba gente que hablaba francés dondequiera que iba”.
John Graham Kerr permaneció en 9 de Julio dos días para emprender, luego, el viaje hacia la Estancia “Mate Grande” donde le aguardaban sus compatriotas britanicos.

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