SANTOS PLAZA: El último custodio de la Frontera Oeste

Por Héctor José Iaconis.

* Llegó a estas tierras junto con Julio de Vedia, en las horas de la fundación de 9 de Julio.
* Junto a su familia se estableció en el pueblo, donde falleció a edad avanzada.
* Soldado del ejército viejo, se formó en el campo de batalla y en la lucha de Frontera.
* El sepulcro donde descansan sus restos, en el cementerio local, fue declarado como “Monumento Histórico” por el Concejo Deliberante.

En Bolívar, una calle lleva el nombre del coronel Santos Plaza. No pocos habitantes de aquella ciudad desconocen el protagonismo de ese soldado y, desde luego, menos aún por qué su nombre le fue impuesto a esa arteria urbana.
La trayectoria de Plaza no solamente se vinculada a Bolívar sino, más enfáticamente, a 9 de Julio, lugar donde murió y en cuyo cementerio yacen sus restos.
Había nacido en 1821. Fue hijo natural del coronel José María de la Plaza, criado en el hogar que aquél formara con Petrona Villagrán.
Su padre, José María de la Plaza,  había participado de la guerra de la independencia en el frente norte y en la lucha contra las tribus originarias en la frontera de la provincia de Buenos Aires. Persiguió a los indios ranqueles del cacique Yanquetruz y su hijo Pichún logrando rescatar numerosas cautivas. Con una de ellas, Petrona, formó su hogar y con ella se convertirá en su madre adoptiva.
De niño, Santos Plaza, fue rescatado por los indios que lo tenían cautivo en las márgenes del Río Colorado.

SU INICIACION EN LAS ARMAS
Iniciado en la carrera de las armas, entró a servir como soldado voluntario en 1839 en el fuerte Mayo de Cruz de Guerra, mandado por su adoptante. En dicho año se produjo la revolución de los hacendados del sur de la provincia de Buenos Aires contra Rosas, y la batalla de Chascomús.
Intervino en la persecución del coronel Pedro Orona que huyó desde Navarro, siendo alcanzado primero en 25 de Mayo, y luego en las $aladas, donde fue muerto.
Santos Plaza se halló cuando atacaron sorpresivamente a las fuerzas del teniente coronel Vicente Baldéz, degollado conforme a las órdenes impartidas por Rosas.
Continuó prestando servicios en Cruz de Guerra, y en 1843, al mando de José Baldebenitez encontróse en la acción de Bayanca (Lincoln). En 1845 marchó en la expedición que dirigió el coronel Eugenio del Busto, fundador de Bragado.

EN LA LUCHA DE FRONTERA
Ascendió a Cabo, y pasó a depender del sargento mayor Baldebenitez, en 1846. En los años siguientes prosiguió en la frontera, participando en los enfrentamiento contra los nativos en las proximidades del arroyo Vallimanca, en los Catorce Jagüeles. En 1849
volvió a pelear en Blanca Grande.
Promovido a sargento en 1854, revistó con el teniente coronel Mariano Espinosa. Estuvo en la campaña que hizo el ministro de Guerra y Marina, coronel Bartolomé
Mitre, en 1855, alistado con las fuerzas de la División Oeste, cuando se preparó el ataque de Cachul y Catriel. En ese año recibió el grado de Alférez de guerra.
En 1858 formó en la expedición al dirigida por el coronel Emilio Mitre, en la que Baldebenitez mandaba el regimiento “25 de Mayo”, que se propuso asaltar las tolderías ranquelinas, pero por falta de agua, debieron regresar. Recibió el grado de teniente de Guardias Nacionales.

EN LA FUNDACION DE 9 DE JULIO Y
EN LA FRONTERA OESTE
En 1861 se halló en la batalla de Pavón, y dos años después, siendo jefe de la frontera Oeste, el coronel Julio de Vedia, lo acompañó en una nueva expedición. Nombrado jefe de la primera línea de fortines, con asiento en 9 de Julio, en 1865, fue ascendido a Capitán de línea, en 1866.
Celoso defensor de la Frontera del Oeste, quedó apostado en el Quenehuin, mientras se trazaba la nueva línea de fortines, designándolo comandante del ala izquierda.

CAMINO AL RETIRO
Con motivo de su relevante actuación en la batalla de San Carlos fue ascendido a Sargento Mayor, a propuesta del coronel Boerr, quien le tenía gran aprecio. Desde aquella fecha hasta 1876, en que pidió la baja, se mantuvo en el Fortín San Carlos. Actuó en la expedición del coronel Lagos en 1873, y lo acompañó al año siguiente, con motivo de la Batalla de La Verde. Se lo ascendió a teniente coronel, a las órdenes del coronel Matoso, pero como el ministro de Guerra Dr. Adolfo Alsina le había prometido que lo mantendría en el fuerte de San Carlos, pidió la baja y absoluta separación del servicio, aduciendo el mal estado de su salud.
Fue reincorporado en 1885, dándosele de alta en el Estado Mayor de Reserva. En 1888 pasó a la Plana Mayor Inactiva hasta que en 1905 se le acordó el sueldo correspondiente al grado inmediato superior.

SU ESTADIA EN 9 DE JULIO
Si bien, desde 1869, Santos Plaza había establecido su domicilio en 9 de Julio, pudo establecerse definitivamente ni bien alcanzó su retiro del Ejército.
El periódico «El Luchador», en su edición del 25 de mayo de 1910, poco tiempo antes de su muerte, publicó su retrato e interesantes referencias sobre su trayectoria. Asimismo, entre otros conceptos afirmaba que, «como gloria militar argentina, reside en la localidad un veterano, cuya modesta vida, le aleja de la ostentación, compartiendo la vida del descanso, en el retiro de su estancia”.
Santos Plaza falleció en 9 de Julio el 14 de junio de 1910.

EL JUICIO DE SUS SUPERIORES
El general Julio de Vedia, en una nota fechada el 27 de septiembre de 1888 escribió que «su valor legendario y su baquía de los campos lo constituían un oficial irremplazable en aquella larga y obstinada guerra en la que prestó importantes servicios».
Del mismo modo, el coronel Hilario Lagos, aseguró que, Santos Plaza, «tenía méritos indiscutibles debidos a su actividad y espíritu militar y había contribuido con su digno ejemplo a fomentar a muchos en aquellas guerra excepcional».

PALABRAS FINALES
Vicente Cutolo describe a Santoa Plaza como “el prototipo del soldado argentino, endurecido en medio de una vida llena de peligros, y a la vez, dotado de las condiciones de lealtad y patriotismo que caracterizaron a nuestros gauchos”.
“Su nombre –prosigue Cutolo- imponía respeto hasta las más distantes tolderías. Era de barba abundante, pelo fino y blanco, ojos claros y de facciones caucásicas”.
En 1912 sus restos mortales fueron colocados en un sepulcro, ubicado en el cementerio local. Allí descansan también su esposa y su hija Roquelina, fallecida el 25 de septiembre de 2002.
Ese Sepulcro fue declarado “Monumento Histórico” por el Concejo Deliberante de 9 de Julio, el 12 de junio de 1998, por ordenanza Nº 3614.

Bibliografía
– Vicente Osvaldo Cutolo, Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires, Editorial Elche, 1978, tomo V, pág. 541s.
– Periódico “El Luchador”, 25 de mayo de 1910.

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