Tercera y última parte.
Por Héctor José Iaconis.
Al haber sido llamada la primera licitación de las obras de pavimentación de 9 de Julio, se presentaron dos firmas proponentes: la Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones, cuyo escritorio central funcionaba en Avenida de Mayo N° 1035, en la ciudad de Buenos Aires y el ingeniero Francisco Marseillán (1).
Ambas empresas eran conocidas en el ámbito de la ejecución de obras públicas. La primera, que tenía como referentes a los ingenieros Parodi y Figini, venía realizando trabajos análogos en Buenos Aires, San Miguel y San Pedro, entre otros. El segundo, era un especialista en hormigón que, en su momento, había sido enviado a perfeccionarse en los Estados Unidos, teniendo por esos años en construcción obras en Pigüé, Bahía Blanca y Pergamino, entre otras.
La apertura de las propuestas de la licitación fue realizada el 8 de julio de 1927, en el despacho del intendente municipal, Ramón N. Poratti y ante la presencia de notario Luis F. Catalá. Asimismo, se encontraban en el acto, Aníbal Burbridge, representante de la Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones y Arturo J. del Campo, en nombre del ingeniero Marseillán; los concejales Juan J. Balucchi, Roque Rumi, Gustavo Ferrere y Emilio Adobato; los Mayores Contribuyentes, Emilio Repetto, Claudio Orbea y Jacobo Marini; el ingeniero Luis Herbín; el secretario del Concejo Deliberante, Ambrosio Martínez y dos testigos, Buenaventura N. Vita y Felix Bolinaga.
Para la construcción de las primeras 43 cuadras de asfalto en 9 de Julio, la Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones presupuestó la obra en 1.528.208,66 pesos, más el acarreo de tierra hasta la laguna de 4,10 pesos por metro cúbico. Por su parte, Francisco Marseillán, hizo una oferta de $ 1.450.735,46 pesos, más el acarreo de tierra hasta la laguna de $ 3,40 pesos por metro cúbico.
Cabe recordar que, por esos años, se estaban llevando a cabo trabajos de pavimentación de hormigón en algunas ciudades de la Provincia: en Mar del Plata (1924), Avellaneda (1925-1926), Vicente López (1926), San Pedro (1927), Moreno (1927) y Lobería (1927). En la mayoría de esos casos, se financiaban por cuenta de los vecinos, a excepción de San Pedro y de una etapa de Avellaneda, que se abonaba con los denominados “Bonos de Pavimentación”. Para los pavimentos de Mar del Plata, Avellaneda, Moreno y Lobería se habían firmado pagarés con el 8 por ciento de interés, a cinco años de plazo, descontándose el 10 por ciento por pago contado.
Para el pavimento de 9 de Julio, la Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones, proponía que los vecinos realicen el pago “dentro de un plazo no mayor de sesenta mensualidades, agregándole al valor nominal de las cuentas el siete por ciento de interés anual”; mientras que, a quienes paguen de contado, se les beneficiaría con el 10 por ciento de descuento. El ingeniero Marseillán ofrecía, para el pago del pavimento en 9 de Julio, “un plazo no mayor de ocho años con el siete por ciento de interés anual, debiendo pagar el monto total por semestres vencidos, iguales y sucesivos, comenzando la primera cuota desde el día de terminaba cada cuadra…”. También, a los vecinos que pagaran la obra al contado se les haría un descuento del 10 por ciento (3).
LA EVALUACIÓN DE LAS PRIMERAS PROPUESTAS
El estudio “Burzaco y Herbín” fueron los encargados de evaluar las propuestas presentadas por la Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones y el ingeniero Francisco Marseillán. El 15 de julio de 1927, en una esquela que remitieron al intendente municipal Ramón Poratti, informaron su apreciación sobre las propuestas, entendiéndolas elevadas, sobre todo la correspondiente a la Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones.
“Consideramos –dice un pasaje de la nota- que estos precios se deben a que los proponentes han supuesto que, tal vez, se llamaría a mejora de precios y han querido dejar un margen de rebaja y dar entonces un precio equitativo”(4).
El 24 de septiembre, la Comisión Especial de Pavimentación, luego de conocer la opinión del estudio “Burzaco y Herbín” y de realizar un nuevo relevamiento de frentistas para establecer el costo que podía pagarse, solicitó al Concejo Deliberante rechazar las propuestas presentadas y llamar a una segunda licitación. Al mismo tiempo, los firmantes de esa comunicación, Florentino Valenzuela, Claudio Orbea, Emilio Adobato, Eugenio Sarti, Miguel B. Navello, Pablo Massari y Guillermo Larrañaga, subrayaban que el costo del pavimento debía ser inferior a los 20 pesos por metro cuadrado.
ADJUDICACIÓN DE LAS OBRAS E INAUGURACIÓN DE LA PRIMERA CUADRA
Finalmente, luego de un año de gestiones, se resolvió la adjudicación de las obras a partir de una nueva propuesta presentada por el ingeniero Francisco Marseillán. El contrato respectivo fue firmado el 1° de diciembre de 1927 y pocos meses después fue inaugurada la primera cuadra de asfalto.
En efecto, en marzo de 1928, ante la presencia del ministro de Obras Públicas de la Provincia, ingeniero Ernesto Boatti, fue inaugurada la primera cuadra pavimentada, sobre la calle Salta, un acontecimiento que motivó el beneplácito del vecindario (5).
9 de Julio se disponía a alcanzar otra instancia de progreso. A partir de entonces de inicia una larga historia sobre el pavimento y su implicancia en la configuración urbanística de la ciudad.
NOTAS
(1) Archivo de la Municipalidad de 9 de Julio, Documentos del Concejo Deliberante, Expte.: “Expediente sobre Pavimentación”. Año 1927, folios 2 y 4. (esta signatura topográfica de este documento corresponde a la fecha en que fue consultado por el autor, en la antigua sede del aludido Archivo de Gestión, en agosto de 1994).
(2) Archivo de Actuaciones Notariales del Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires, Registro N° 2 del Distrito de 9 de Julio, Año 1927, folio 186, n° 83, «Acta. Intendente Municipal del Partido Don Ramón N. Poratti; con respecto a una licitación”.
(3) Expte.: “Expediente sobre Pavimentación”. Año 1927, cit., folios 2 y 4.
(4) Ibidem, folio 7.
(5) Cfr. EL 9 DE JULIO, año XIX, n° 2622, 9 de Julio, 15 de marzo de 1928 y n° 2623, 18 de marzo de 1928.