En la barriada de Vedia y Urquiza, de esta ciudad, cerca de la centenaria estación del Ferrocarril del Oeste (después denominado Ferrocarril Sarmiento), los vecinos que llevan viviendo allí varios lustros, aún recuerdan la Talabartería de Sicca. Don Oscar Sicca (nacido en 1924 y fallecido en 2019) poseyó allí su establecimiento que, con el tiempo, se convirtió en tapicería.
Sicca había aprendido el oficio de talabartero, en la antigua talabartería de Julio Gornatti, que se encontraba ubicado en la calle La Rioja casi Mendoza, contigua al hotel Gaspar. Allí trabajaba medio día mientras que el resto lo empleaba para cursar estudios primarios. En esos años se trabajaba de lunes a viernes, el sábado todo el día y el domingo se iba al taller, para limpiar.
Las pecheras para cabellos que se fabricaban en 9 de Julio eran muy conocidas en la región, tanto así que se enviaban trabajos a las ciudades de 25 de Mayo, Saladillo o Pehuajó. Lejos de los avances tecnológicos que existen en la actualidad, las maquinarias agrícolas eran accionadas, en su mayor parte, por tracción animal, por lo cual era necesario contar con las pecheras, un accesorio corriente en las talabarterías de la época.
Además, en estos talleres solían fabricarse frenos, bastos, silletas, estribos, guarniciones, bastos, bozales, cinchas, encimera, mandiles, monturas y peguales.
Si bien los juegos de cabezada y riendas eran trabajadas por los denominados «sogueros», también solía encontrárselas en las talabarterías. Tal como lo recuerda Oscar, uno de los mejores sogueros en 9 de Julio fue don Remigio Brescia.
Antes de instalar su propia talabartería, Oscar Sicca trabajó en la de Daffara, que se encontraba ubicada en la avenida Vedia a pocos metros de calle San Luis (hoy Cavallari). Luego del fallecimiento de Daffara, Bonello adquirió todas las herramientas y fue abierto un local de talabartería en la esquina de las avenidas Vedia y Urquiza.
Con el tiempo, Oscar Sicca, se instaló a pocos metros de aquella. Cuando el uso de los caballos como fuerza motriz fue reemplazado por los tractores, la utilización de las pecheras fue decreciendo considerablemente. En este sentido, debió pasar del rubro de talabartería al de tapicería.
“EL ARTE DE TRABAJAR EL CUERO”
Existen oficios que con el devenir del tiempo, los cambios en las condiciones de vida de la sociedad, los avances tecnológicos u otra característica de la vida moderna, van tendiendo a desaparecer o ser menos notorios en la sociedad. Entre estos casos puede citarse al oficio de talabartero, que poco a poco ha ido desapareciendo como una actividad comercial para convertirse en una manifestación de la artesanía, casi excepcional.
Una definición generalizada sugiere que la talabartería, es «el arte de trabajar el cuero (u otros materiales como la lona, por ejemplo) a fin de producir elementos para la montura o albardaje de caballos, asnos o mulas. Incluye las diversas cabalgaduras, sillas de montar, el estambre, las riendas, los estribos, cabestro y ornamenta-ciones varias a aplicar en el animal». Las herramientas que utilizan los talabarteros, aún hoy en día, parecen, en efecto, traídas de otros tiempo: abridor, fileteador (de ángulo, cuadrado, de caja, de cosido, de orla, curvo), contorneador, rebajes (de talón, de surco, de escocia, de caña, de cuña, de junco, de boca, en toro), botador, cinceladores, perfilador, modelador, repujador, alisador, tracea-dor, medialuna, uñeta, lezna de ángulos, punzón graneador, plegadera, incisador, chifla de montaje, montadora y compases.
CULTORES DE ESTE OFICIO EN 9 DE JULIO
Podrá parecer extraño pensar que, a comienzos de la década de 1930, había en 9 de Julio varias talabarterías, entre las que se pueden mencionar las de Emilio Carquelli, Celestino García, Julio Gornatti, Juan Matiauda y José Scalise, a la que más tarde se sumaron las de Juan Manfredi, Di Marco y Marano, entre otras.
Todas ellas desempeñaban un rol gravitante, una tracción a sangre era el medio de locomoción todavía más usual, y sobre todo el recurso más importante en el sector rural, para las tareas del campo.