Por Héctor José Iaconis.
La edición de EL 9 DE JULIO, del 30 de abril de 1924, nos ofrece una mirada sobre problemas que afectaban a la sociedad nuevejuliense hace 100 años. Las notas publicadas en la primera plana, abriendo la edición, son breves, pero permiten a los lectores –aún a aquellos que nos asomamos desde muy lejos a la ventana de 1924- formarse una idea muy clara de la situación: niños sumidos en la pobreza que no estaban asistiendo a los establecimientos educativos; el tránsito de automóviles por las calles de la ciudad y el incumplimiento de la ordenanza que lo regulaba y la desocupación.
INFANCIA VULNERABLE
Una nota editorial titulada “Desidia criticable”, da cuenta de una realidad existen cien años atrás, una infancia en situación de vulnerabilidad, que no estaría escolarizada: [textual, en bastardilla]
Con el desagrado que es de suponer, vemos diariamente pulular por nuestras calles a toda hora, a una legión de niños en edad escolar que no concurren a las aulas no sabemos porque motivo, aun cuando, suponemos que será debido al poco interés que se toman sus respectivos padres en hacer que aprendan lo que tan útil ha de serles cuando mayores. Porque si bien se ve, no hay pretexto que justifique a un padre de familia la imposibilidad de enviar sus hijos al colegio, no siendo en caso de fuerza mayor, como por ejemplo por enfermedad, accidente, etc., que nunca pasan de ser impedimentos momentáneos.
Por lo tanto la actitud de aquellos que prefieren que sus hijos malgasten el tiempo en la calle, a que aprovechen las horas en la escuela recibiendo la enseñanza que los hace dignos y respetuosos, es por todos los conceptos odiosa y equivocada, y merece sin contemplaciones la aplicación del correctivo que la ley respectiva establece.
OTRA NOTA DE TAPA
La edición de EL 9 DE JULIO, aparecida hace un siglo, se refiere a la situación del tránsito vehicular. La cantidad de vehículos existen en el parque automotor de 1924 hace pensar que, difícilmente, podía ocasionar inconvenientes; sin embargo, una nota de prensa, titulada “Los automóviles”, pone de manifiesto una problemática: [textual, en bastardilla]
Venimos repitiendo hace tiempo la necesidad de que la repartición encargada de vigilar el tráfico en las calles, cumpliese su obligación pero, a pesar de nuestra constan te predica, no hace cumplir la ordenanza municipal que existe al respecto. Es más, no se conserva ni aun la izquierda como está establecido.
Las ordenanzas, entendemos que se dictan para que se cumplan, de lo contrario, sería inoficioso dictarlas, si estas han de ser burladas como y cuando les guste a los encargados de cumplirla.
Llamamos nuevamente la atención, a quien corresponda sobre el tráfico de automóviles para que se haga cumplir la Ordenanza Municipal y que se establezca el máximum de velocidad que deben observar los conductores de coches en nuestras calles y otras disposiciones sabiamente legisladas con el propósito de evitar accidentes.
“EL ETERNO DESOCUPADO”
Resulta interesante, por su enfoque y composición, el artículo publicado, en esta edición del 30 de abril de 1924, bajo el título de “Notas del ambiente”: [textual, en bastardilla]
En nuestro país, tal vez como un fruto genuino de las amplias libertades de que se goza o como una inclinación muy frecuente en el criollo, se cuentan a montones los que no trabajan, pero vi-ven…
Recuérdese en este caso aquello de saber vivir es la clave, que vivir cualquiera sabes.
Advierte el común hecho que sirve de referencia: La silueta típica del “eterno desocupado se divisa por sitios ya conocidos para ellos, porqué allí pasan tranquilos, sin sobresaltos, todas las horas, los minutos y segundos del día.
– ¿Qué tal amigo?
– Aquí andamos…
– ¿Supo de la muerte de Fulano?
– Sí, me dijeron. Pobre hombre toda la vida trabajando para luego morir en los momentos en que recién empezaba a disfrutar de sus pesitos.
– Ingratitudes de esta perra existencia amigo.
– Y, cambiando de tema, a Vd. le parece que Firpo tirará nuevamente con Dempsey?
– Es difícil. Firpo no está para que lo afanen otra vez.
– ¿Y qué me cuenta del tiempo? Está con ganitas de llover.
– A lo mejor. Yo noto que ha refrescado y esto no me hace nada bien.
– Pero che, lo veo más delgado, a Vd. No le sienta el clima de 9 de Julio.
– No amigo, tantas preocupaciones que uno tiene y los contrastes que hay que sufrir.
En fin… Más o menos así, tocando diversos temas u observando en los momentos de sosiego verbal como caen una a una las hojas de los árboles o contando repetidas veces los dedos de las manos y las baldosas de la acera, pasan lentos y perezosos los días para el eterno desocupado que vemos en las calles de nuestra ciudad siempre preocupado en sus pasatiempos, mientras en este país de grandes riquezas naturales ofrecidas por su suelo pródigo, existen inconmensurables extensiones de tierras incultivadas, porque escasean hombres que puedan emplear en ellas sus fuerzas, sus energías…
FUNCIÓN CINEMATOGRÁFICA DE LA NOCHE
En la noche del 30 de abril de 1924, se estrenaba en 9 de Julio, en la sala del Teatro Rossini, la película muda “¡Apaguen las luces!”. Cabe recordar que, en esa época, las funciones de cine en el Rossini estaban a cargo de la empresa de Max Glücksmann (1875-1946), el empresario austriaco pionero de la cinematografía en la Argentina.
“¡Apaguen las luces”!, cuyo título original era “Lights Out”, es un film policial que, hasta hace algunos años atrás, se consideraba perdido. Fue estrenada en noviembre del año anteriores, dirigida por Alfred Santell y protagonizada por conocidos actores de la época: Ruth Stonehouse , Walter McGrail y Theodore von Eltz .
A continuación podemos apreciar una escena de aquella película: (Fuente: https://www.kickstarter.com/)