Por Héctor José Iaconis.
El miércoles 14 de mayo de 1924, el entonces semanario EL 9 DE JULIO, publicaba su edición 2227. En esos días, el bisemanario alcanzaba el 15° aniversario de su fundación y lo hacía con una interesante evocación.
Las notas de tapa referían a temas muy diversos: la situación del gobierno provincial, un partido de fútbol disputado en Carlos Casares y algunas cuestiones locales. Sobre estas últimas, aparece un editorial dedicado a los “Menores manejantes”: [textual, en bastardilla]
Convendría que las autoridades correspondientes procurasen hacer cumplir la ordenanza que prohíbe a los menores manejar vehículos. En la actualidad gozan de demasiada libertad, entrañando un continuo peligro, no solo para el público que circula por la calle, sino también para los conductores. Tal pasividad da lugar a que tan anormal costumbre se generalice en forma alarmante.
En efecto hemos observado que por nuestros barrios circulan infinidad de vehículos dirigidos por menores casi criaturas en algunos caso, que debido a su impericia están a cada paso a punto de sufrir accidentes.
Como esto implica, además, un abuso, entendemos que debe ser reprimido enérgicamente, aplicándose a cada caso a los vehículos que indolentemente y sin calcular las consecuencias que pueden sobrevenir, autorizan a esos menores a atentar contra terminantes disposiciones municipales.
EL DOCTOR SUBIRA, MIEMBRO DE “LA PRIMERA”
Una de las noticias publicadas en el número que nos ocupa es la designación de los miembros del directorio de la Compañía “La Primera”, la legendaria aseguradora que tenía sede en la ciudad de Trenque Lauquen. Los doctores Vicente Centurión de La Plata, Diego J. Rapella, de Bragado y Alejandro Báncora, de Chivilcoy había sido nombrados en comisión para que “estudien y aconsejen la mejor manera de hacer efectivo el seguro médico instituido entre los asociados a esta sociedad médica de seguros contra accidentes del trabajo”.
Otra comisión, integrada por el Doctor Pablo A. Subirá, de 9 de Julio, tenía como objetivo estudiar y presentar un nuevo proyecto de arancel médico.
“Esta importante Compañía –expresaba el texto periodístico- se abre camino rápidamente y es hoy la que en mejores condiciones hace los seguros a la vez que es la que ofrece mayor garantía de seriedad en el cumplimiento de sus obligaciones, dado que detrás de ella, está todo el cuerpo médico de la Provincia de Buenos Aires”.
CONFERENCIA DE EMILIO MORALES
Para el viernes 16 de mayo de 1924 se anunciaba la presencia del escritor y periodista Emilio B. Morales (1865-1929), fundador del diario “La Razón” de Buenos Aires, quien brindaría una disertación en el Teatro Rossini. La misma contaba con el patrocinio de la Sociedad Pro Fomento Escuela N° 1 y se presentaba como “una gran conferencia literaria y geográfica”.
DISPUTA PERIODISTICA POR LA APARICION DE “LA AURORA”
El domingo 4 de mayo de ese año había comenzado a circular el periódico “La Aurora”, de formato pequeño, el cual era impreso en los talleres gráficos de “EL 9 DE JULIO”. Al parecer, la aparición de esta nueva publicación causó una disputa periodística.
Una nota, titulada “El cretinismo en acción”, nos revela la raíz del conflicto: [textual, en bastardilla]
Solo ha bastado que en nuestros talleres se permitiera la impresión de un semanario liliputiense, de índole joco-serio que hizo su aparición el domingo pasado bajo el título de “La Aurora”, para que la turba de cretinos que infectan nuestro ambiente se lanzara por los cuatro vientos diciendo que la redacción y administración del mismo estaba a cargo del director de ”El 9 de Julio” y que su propietario no era otro más que él, y que se empeñaba en dar a luz esa publicación impulsado por el deseo de aminorar la circulación de “El Paladín”, publicación dominguera que dirige el joven José de la Torre.
Nada, absolutamente nada tiene que ver el director de “El 9 de Julio” con el semanario que ha dado nacimiento a la inventiva de los correridiles [sic] que ofician de perfectos cretinos que en su afán de conseguir enemistar a personas que por su idiosincrasia y sensatez están cien codos por encima de ellos, son capaces de la acción más repudiable a que puede llegar el más vulgar de los sinvergüenzas. Reiteramos, nuestra afirmación de que, el director de esta hoja nada tiene que ver ni hacer con esa publicación que, para disipar del todo las dudas de muchos que hayan escuchado a esos “parlaembaldes” del cretinismo, desde hoy en adelante no se publicará en nuestro talleres.