Por Héctor José Iaconis.
Los avisos publicitarios publicados en los periódicos EL 9 DE JULIO, “El Pueblo” y “El Liberal”, en el mes de mayo de 1924, nos permiten conocer las propuestas que, en materia de moda, se brindaban para la temporada otoño-invierno. Las satrerías ofrecían la variedad de casimires para la confección de indumentaria masculina y femenina.
Sacos normales, cruzados normales, de entrecasa, fumadores o sport; chalecos normales, cruzados con inglesa, forma V o cruzados con puntas; sobretodos comunes, entallados con y sin vuelo, modelos inglés, raglan, con pliegues y tablón, Ulster o Cavour; impermeables, robe de chambre, pijamas y pantalones, eran algunos los tipos de confecciones que se observaban en la mesa del sastre en esa época.
Como puede observarse, los avisos publicitarios eran variados y, sin dudas, también as ofertas. A los anuncios de las sastrerías se sumaban los publicados por las zapaterías, las sombrererías y las grandes tiendas (algunas de las cuales también poseían una sección de sastrerías).
La sastrería es un estilo de comercio que, como tal, ha desaparecido de nuestro medio, como de buena parte de las ciudades del interior del país. Si bien el oficio del sastre aún existe en muchos lugares, con muy buenos exponentes, se ha perdido en el devenir del tiempo, la existencia de locales específicos, denominados “sastrerías”, dedicados exclusivamente a la confección de prensas a medida. En 9 de Julio, en el último cuarto del siglo XX, estas tendieron a desaparecer, con la presencia de las prendas estandarizadas, con talles predeterminados.
En las antiguas sastrerías, existentes en 9 de Julio, como parte del oficio del sastre, había algunas tareas específicas: el sastre cortador, era profesional que -con conocimientos de la confección, el dominio sobre las cualidades de los tejidos y, por lo general, con experiencia sobresaliente- interpretaba los diseños, concebía los patrones, trazaba, cortaba, probaba y daba las instrucciones oportunas al personal del taller para la confección del vestuario.
El auxiliar de sastrería, era el oficial que, merced a los conocimientos elementales de la especialidad, realizaba las tareas de asistencia, respecto al vestuario, de picar las solapas o de algunas costuras menores.
El aprendiz de sastrería era, por entonces, una presencia recurrente en estos comercios. Muchos vecinos, que no podían acudir a las academias de corte para realizar los cursos respectivos, se empleaban al lado de un sastre con experiencia para aprender el oficio.