Recopilación: Héctor José Iaconis.
* Los inmigrantes británicos e irlandeses tuvieron su presencia en 9 de Julio en un momento mismo de su fundación.
* Aunque, en número bastante menor respecto de otras nacionalidades, formaron parte de la sociedad nuevejuliense y se afincaron, especialmente, en el sector rural del distrito.
* La presencia de los inmigrantes británicos fomentó la creación del primer Polígono de Tiro existió en 9 de Julio.
El próximo fin de semana se realizará, en esta ciudad, el «Primer Encuentro de Colectividades Extranjeras», que tiene como objetivo congregar las diferentes expresiones de nacionalidad, en el marco del Día de la Diversidad. Sin duda, el acento estará puesto en las tres colectividades que tuvieron mayor presencia en 9 de Julio, durante el período inmigratorio: italiana, española y vasca (españoles y franceses). En efecto, el número de inmigrantes arribados a estas tierras de estas nacionalidades, durante el siglo XIX y parte del siglo XX es notablemente más elevado respecto de otras.
Afortunadamente, en el contexto de la historia nuevejuliense, existen trabajos de investigación que aborda el protagonismo que tuvieron, en la sociedad, los inmigrantes italianos y españoles; aunque, no los hay acerca de los vascos.
Ahora bien, ¿qué hay acerca de las otras colectividades? o, más bien, ¿cómo fue el flujo migratorio de los inmigrantes de otras nacionalidades?, sean franceses, ingleses, alemanes, entre otros. Hasta el presente no existen trabajos de investigación que aborden estas cuestiones, sin dudas porque la presencia de inmigrantes provenientes esas naciones europeas es mucho más discreta.
Hoy, de manera sucinta, queremos hacer mención acerca de la presencia de los inmigrantes británicos en el Partido de 9 de Julio. En este sentido, se considera en tal condición población de origen inglés, galés, escocés y norirlandés y, por supuesto, también los de nacionalidad irlandesa, puesto en esa época Irlanda todavía pertenecía al Reino Unido.
Al respecto, es válido destacar que no fueron, los británicos, una Colectividad propiamente dicha, si se entiende como tal a un conjunto de personas reunidas para un fin determinado. Salvo en el siglo XIX, cuando se reunieron para conformar la institución que fundó el primer polígono de tiro, los inmigrantes británicos radicados en 9 de Julio, no estuvieron organizados nacionalmente. No obstante ello, su presencia en estas tierras no fue extraña ni circunstancial.
EN LA ETAPA FUNDACIONAL DE 9 DE JULIO
Cabe destacar que apenas fundado 9 de Julio, comenzaron a figurar en el Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires los nombres de los primeros terratenientes de origen inglés afincados el Partido de 9 de Julio: Diego Gaynor, Juan Wallace, Juan Lewis, María Young, Patricio Daly, Miguel Murray, Diego Kavangh, Federico Neild, Juan Dillon y Tomás Douthat, entre otros. Si se observa el catálogo de las mensuras conservadas en la Dirección de Geodesia de la Provincia, pertenecientes al Partido de 9 de Julio, podrán hacerse otros nombres, también de origen inglés, entre los propietarios de las grandes estancias.
Durante el siglo XIX, en 9 de Julio, se celebraron varios matrimonios entre inmigrantes británicos, en buena medida terratenientes. En otros casos, aunque esas uniones no fueron iniciadas en la parroquia local, se forjaron a partir de los vínculos que entre los irlandeses existía entonces.
Un caso, entre muchos, es el de James «Diego» Kavanagh y Byrne. Nacido en 1815 en Clonevan House, Ballygarret, Co. Wexford, Irlanda, falleció el 4 febrero de 1876 en su estancia «San Francisco», en el Partido de 9 de Julio. Casado en primeras nupcias en 1845 en Litter, Co. Wexford, Irlanda, con Ellen Coghlan y Rossiter, esta era hija de Patrick Coghlan y O’Brien, fundador de otro grupo familiar terrateniente en 9 de Julio.
Margarita «Margaret» Kavanagh y Coghlan, hija de «Diego», contrajo matrimonio en 1879, en la estancia «San Francisco», con William Carlisle Noon, otro irlandés que aparece censado en 9 de Julio de 1869 y 1895. Asimismo, un hermano menor de Margarita, Arturo, también se casó en 9 de Julio, al año siguiente, con otra irlandesa, Ellen Coghlan y Doyle, hija de Patrick Coghlan.
Por cierto, Matthew Kavanagh y Murphy, nacido en 1805 en Clonevan House, Ballygarret, Co. Wexford, Irlanda, estanciero en el Partido de 9 de Julio, se unió en matrimonio con Sarah Maguire, nacida en Irlanda. Una de sus hijas, Mary, se casó con Arturo, uno de los hijos de Robert Brown Jagoe (otro estanciero en el Partido de 9 de Julio).
Otro matrimonio entre conocidos irlandeses vinculados con 9 de Julio, aconteció entre Luke Doyle, vinculado a la Sociedad Rural Argentina, y Catherine Gaynor (1836-1884), hija de Diego Gaynor y
Louise Wallace. En 1886 Doyle tenía cuatro estancias: 1359 hectáreas en San Pedro; La Matilde, 1090 hectáreas en San Pedro, otra de 1360 hectáreas en Pergamino (posiblemente herencia de Edward Wallace) y un lote de 2024 hectáreas en 9 de Julio. Nacido en 1832 en Irlanda, Doyle llegó a Buenos Aires en febrero de 1850 y figuraba en el registro del consulado británico con el oficio de sirviente.
JOHN MAGUIRE Y DIEGO GAYNOR
Otro caso similar ocurre con John Maguire, el conocido terrateniente, casado con Mary “María” Gaynor y Wallace, hija de Diego Gaynor. A propósito de Gaynor, el escritor John Walter Maguire explica que «tenía por costumbre, vestir levita, pantalón, bota fuerte, galera de copa y un poncho de paño azul forrado de bayeta colorada».
«El apero -prosigue Maguire refiriéndose a Gaynor-, al uso de la época: bajera de tres cueros esquilados y bien sobados, con la carne para abajo para no bastear el lomo del animal, la carona de cuero de vaca sin lonjear, una matra, otra carona de suela de lomillo, sobre éste un cojinillo hecho con una matra de mechones de lana de oveja, un sobrepuesto de plumas de cogote de avestruz y un cinchón de dos vueltas; cabezadas, fiador y maneador trenzado de cinco hebras, estribos de aro de hierro y lazo; montaba un soberbio caballo blanco, el crédito de su tropilla elegida de entre su caballada muy famosa en el pago. Gran aficionado a la cría de buenos caballos, seleccionaba sus manadas y sementales con acierto y se sentía orgulloso de poseer tal caballo que, por ligero y por guapo, lo había salvado en ocasiones de caer en manos de los indios».
Una de las expediciones de Diego Gaynor al Partido de 9 de Julio se encuentra relatada por John Walter Maguire (publicada en http://www.irlandeses.org/ipnl_gaynor.htm y en http://www.irishgenealogy.com.ar/genealogia/G/Gaynor/james.htm#Louise_Wallace), de la forma siguiente:
«Cuando dejaron, don Diego Gaynor, John Maguire y Patrick MacDonnell, las últimas poblaciones de Chivilcoy entraron en la inmensa llanura … Don Diego disfrutaba contemplando estos campos que ofrecían tantas posibilidades, buenas aguas, caza abundante y pastos flor, donde sus haciendas vacunas y yeguarizas se multiplicarían fácilmente … Elegido el campo Don Diego gestionó su adjudicación del Gobierno de Buenos Aires, pues estaba fuera de la frontera con los indios … Los trámites fueron largos y los tres amigos lograron a su fin que se les adjudicaran doce leguas cuadradas a $ 8.000 la legua … una vez cumplido el pago … comenzaron los preparativos que requería tamaña empresa …». La ocupación del campo tuvo lugar en mayo de 1865, llevando don Diego 3.400 ovejas.
«Llegados a la laguna -continúa John Walter Maguire (autor del libro Loncagüé, historia de una estancia porteña)- ante la inmensa soledad de la pampa y en presencia de los que estaban empeñados en la patriótica empresa de desbravar el desierto y convertirlo en tierra productiva, don Diego, en acto solemne, tomó posesión de las tierras y denominó la estancia ‘Loncagüé’. Desde ese momento todo fue actividad …».
Poco tiempo después, varios vascos que estaban fabricando ladrillos para las casas fueron atacados y muertos por los indios, en diciembre de 1865. «Después del combate de Loncagüé … hasta el año 1876, fue una guerra constante con el indio. Sus invasiones, cuyo único fin era el pillaje, llegaban desde la misma cordillera … En una de éstas y encontrándose don Diego como a dos leguas de la estancia, se topó con dos indios que le exigieron les entregara su caballo blanco; el estanciero, apuntándolos con su carabina Spencer, replicó: «es difícil que les entregue el blanco porque son mis piernas y no estoy dispuesto a quedarme de a pié en medio del campo; si creen que pueden sacarme el caballo dispónganse a pelear y tengan la seguridad que recibirán una bala cada uno». Los indios se apercibieron de la decisión y coraje de este viejo luchador que a pesar de sus 65 años conservaba su fuerza física y mental, y quedaron desconcertados. Lo vieron alejarse lentamente y lo siguieron con la intención sin duda de bolearle el caballo. Don Diego no los dejaba ponerse a tiro, tan pronto veía que los indios se adelantaban les daba el frente y los apuntaba con la carabina. Así fueron andando como una legua hasta que el más decidido de los perseguidores desató un par de boleadoras … el viejo, con gran serenidad, apuntó y disparó su carabina alcanzando en pleno pecho al indio que, dando un grito, abrió los brazos y cayó muerto. El otro, que se aprestaba a atropellar cuando el caballo fuera boleado, quedó asombrado e inmóvil. Don Diego se aproximó diciéndole que había cumplido con su palabra … y que le ordenaba retirarse de su campo si no quería correr la misma suerte de su compañero …».
UNA PRESENCIA DISCRETA
Puede decirse que, en su conjunto, los inmigrantes británicos tuvieron una presencia relativamente en 9 de Julio. Así lo demuestran las estadísticas: el censo de 1869 indica que vivían, en la zona rural y en la planta urbana 36 varones y 6 mujeres. Para 881, las cifras se habían incrementado a 59 varones y 16 mujeres.
En 1887, según un censo realizado en base al recientemente creado Registro de Vecindad, arrojaba que, en la planta urbana de 9 de Julio, solamente once vecinos de nacionalidad inglesa.
Para 1895, según el Censo Nacional, 66 varones y 23 mujeres, un todal de 89 inmigrantes británicos en el Partido de 9 de Julio.
En 1874, varios estanciero británicos afincados en 9 de Julio, fundaron la Sociedad de Carrera de Salto y Tío de Rifle. Esta entidad estaba integrada por el vizconde Tomás Douthal, Federico Neild, Tomás Gaynor, Federico Flecher, Diego Kavanagh, Eduardo Stephenson, Jorge Perren, Patricio Lynch, Adolfo Bullrich y Federico Wampach, entre varios más.
Acerca de esta institución, el historiador Buenaventura Vita explica que «mientras gestionaban de la Corporación Municipal la cesión del terreno necesario para construir las instalaciones del polígono de tiro, obtuvieron el permiso para el uso del mismo, por lo que resolvieron fijar la inauguración de los deportes, objeto del club, para el 2 de septiembre, día en que tuvo lugar esa ceremonia, con la corrida de varias carreras de distancia, realizándose al año siguiente un torneo de tiro».
PALABRAS FINALES
Cabe tener en cuenta que, a diferencia de otras colectividades, principalmente la italiana, cuyo gran aporte cultural a la sociedad nuevejuliense es indiscutible, los británicos no tuvieron la misma apertura hacia la sociedad. Incluso, los franceses, que no era una comunidad de inmigrantes populosa, fundaron una asociación que los nucleó por espacio de varios años. Tampoco existió en ello, a nivel local, el interés por difundir su cultura.
No eran, aquellos inmigrantes británicos, personas de sólida formación intelectual, salvo las excepciones de los profesionales en ingeniería que se afincaban accidentalmente. Recién la segunda generación accedió a la formación secundaria y universitaria. Tal puede ser el caso de Jorge Perren, de quien uno de sus hijos fue farmacéutico; o el de Tomás, hijo de Santiago Sheridan, (desde 1888 poseía un establecimiento agropecuario en la localidad de French), quien estudió en el Nacional Buenos Aires.
Aunque, es importante remarcarlo, como inmigrantes de elite que fueron, los británicos de la primera generación frecuentaron salones donde ostentaban fineza de modales y musculatura discreta, tanto como para cortejar con ventaja a las hijas de la sociedad, mientras trataban asuntos prácticos con sus padres..