La historia de CEPRIL a través de sus gestores

Luego de asistir a la presentación del libro de Víctor Hugo Fernández (“Huguito”) me pareció oportuno publicar esta historia de los inicios del Centro de Rehabilitación del Lisiado, que tal vez las nuevas generaciones no conozcan y que rescaté de los escritos de mi padre

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Mi padre Eduardo De Risio fue administrador de Cepril desde 1974 hasta 1997 en que falleció, y estuvo ligado a la institución desde sus inicios ya sea en su Comisión Cooperadora o en su Junta Ejecutiva.

CENTRO PRIVADO DE REHABILITACION DEL LISADO DE NUEVE DE JULIO SU HISTORIA. ORIGEN

Corría el año 1957 y la poliomielitis que un par de años atrás había aparecido con algunos casos zonales, comenzó a extenderse alarmantemente por todo el país, ante el lógico estupor e impotencia de sus habitantes, que asistían inermes al avance de la epidemia, con especial ensañamiento sobre la población infantil.

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Huguito Fernandez, quien inspiró la fundación CEPRIL

9 de Julio no escapó al terrible mal y ante los primeros casos conocidos, algunas personas y entidades representativas se movilizaron en procura de conjurar o atenuar los efectos del flagelo, que ya había cobrado algunas víctimas en la zona.
Don Manuel Viegas y su esposa Doña Josefina Yacovino, fueron cabeza visible del movimiento generado con ese propósito y comprometieron la participación de un grupo de calificados vecinos, iniciándo las gestiones contundentes para cristalizar una eficiente acción a favor de una comunidad angustiada que clamaba por una solución.
Trasladados los gestores del movimiento a la Capital Federal, tomaron contacto con el Secretario del Instituto Nacional de Rehabilitación, Dr. Alberto Mejía, quien los orientó convenientemente, poniendo especial énfasis al aconsejarles la creación de un establecimiento en 9 de Julio, donde el enfermo encontrara atención médica y tratamientos necesarios, ya que el traslado de los pacientes a Buenos Aires resultaba imposible porque la afluencia de afectados al Instituto había desbordado su capacidad de atención y, económicamente resultaba muy costoso. Sugirió una labor común con el Rotary Club por conocer la circunstancia de que esa entidad había tomado directa y feliz intervención en muchos puntos del país.
El Dr. Mejía fue invitado por los visitantes a pronunciar una conferencia sobre el mal de polio en nuestra ciudad.
Y a continuar prestando su valioso apoyo para lograr cristalizar la creación del establecimiento. La charla se llevó a cabo el 22 de abril en el local social rotario, aprovechando la ocasión el disertante para completar su asesoramiento.
Sin pérdida de tiempo los dirigentes del Rotary Club y de la Cámara de Comercio de nuestra ciudad, por intermedio de los diarios locales, invitaron a la población a participar de una Asamblea General con el objeto de crear un Centro de Rehabilitación, reunión que se efectuó en la sede de esta última entidad el día 7 de junio de 1957.
En dicha reunión se resolvió la fundación del Centro Privado de Rehabilitación del Lisiado de 9 de Julio, con el compromiso de volcar en él, todo el esfuerzo y pasión que la obra merecía.
Por unanimidad de los participantes se procedió a la designación de una comisión provisoria quedando así conformada: Presidente Adolfo R Poratti; Vice, Manuel Viegas; Secretaria, Josefina Y de Viegas; Pro, Elina Maldonado; Tesorero, Pedro Anselmi; Pro, Modesto Fernández; Vocales, María de Malpere, Bernardo Fridman y Amalia Viegas.

ceprilPRIMERAS RESOLUCIONES

Como era prioritario poseer un estatuto que rigiera los destinos del Centro, se dispuso un plazo de sesenta días para presentar un proyecto de la ley básica de la nueva sociedad.
Se consideró también la necesidad de realizar una gran promoción publicitaria que excediera los límites de la ciudad y llegara a la zona rural y distritos vecinos.
Simultáneamente se otorgan credenciales al Sr. Fridman y a la Srta. Viegas para que asistan al Instituto Nacional de la Capital Federal, para hacer prácticas de rehabilitación que luego aplicarían a los pacientes del Centro.
Se celebraron sucesivas reuniones con integrantes del Circulo Médico local para dotarlo de un profesional que ocupara su dirección Técnica. Las gestiones fructificaron la aceptación del Dr. Ernesto Molino, quien de inmediato se trasladó a la Capital Federal a realizar capacitación para ejercer el cargo con propiedad.
Se consideró la posibilidad de que el establecimiento asistencial funcionara en un cómodo local, para lo cual se estableció contacto con la Srta. Clotilde Berni, facultada para disponer sobre la casa-quinta de la sucesión Berni ubicada en la esquina de Libertad y Gral. Urquiza.

FUNDACION

A esta altura de los hechos, y contando ya con el Estatuto, la Comisión Provisoria consideró que había llegado el momento de convocarse a Asamblea General de Vecinos para proceder a la fundación del Centro Privado de Rehabilitación del Lisiado de 9 de Julio. Se señala la fecha del 28 de diciembre de 1957, en el local del Cine «9 de Julio.
En la fecha mencionada una torrencial lluvia se desató a la hora indicada, no obstante, el número de asistentes fue más que satisfactorio.
Puesto a consideración el orden del día preparado y ya en el punto específico sobre la creación de un Centro de Rehabilitación de 9 de Julio los presentes unánimemente se expresaron por la afirmativa en medio de un gran entusiasmo. De inmediato se procedió a elegir la Junta Ejecutiva que habría de conducir la nueva entidad por el periodo 1958-1959, recayendo en las siguientes personas: Presidente: Adolfo Poratti; Vice Manuel Viegas; Vocales titulares: Federico Barroso, Pedro Anselmi, Modesto Fernández, María M de Malpere, Josefina y de Viegas, Clotilde Berni, Moisés Burstein, Francisco Matzkin, Vocales Suplentes. Elina Maldonado, Amalia Viegas, Erilda Álvarez y José Rolando. Síndico Titular. Dora Tortolo, Suplente Alberto Celloto.
De esta forma, en un lapso de menos de un año, se había dado cima al proyecto de la creación del Centro Privado de Rehabilitación del Lisiado de 9 de Julio, entidad sin fines de lucro y puesta al servicio del partido y su zona aledaña. Una vez más el triunfo había correspondido a quienes habían encarado un propósito de alto sentido humanitario y con la responsabilidad y esfuerzo de seres poseedores de un corazón generoso dispuestos a entregarse por entero al prójimo.

Susana De Risio
Julio de 2015

DON EDUARDO DE RISIO, UNA VOCACION DE SERVICIO

Eduardo De Risio, autor de la primera reseña publicada (en 1988) acerca de la historia del centro privado de rehabilitación del Liciado, fue una figura destacada y reconocida en nuestro medio. Había nacido en esta ciudad el 4 de febrero de 1916, en el seno de una familia humilde. Su padre se desempeñaba como portero en la antigua Escuela Nº 4, donde su hijo había tenido la oportunidad de formarse junto a su director Enrique Cano.
Eduardo fue, asimismo, un estrecho colaborador de Arturo Cano, el eximio periodista y bibliotecario, de quien aprendió mucho.
Telegrafista de profesión, había ingresado en la oficina local del Telégrafo de la Provincia de Buenos Aires en 1932 para desempeñarse como mensajero. Con el correr de los años fue ascendiendo en diferentes cargos hasta ocupar, a partir de 1956, el cargo de jefe de la repartición.
De una sólida formación intelectual, jamás claudicó a los principios del socialismo que abrazó en edad muy temprana, de hecho ocupó durante varios años el cargo de secretario general del Partido Socialista en 9 de Julio. Por otra parte, sus artículos periodísticos publicados, en diferentes años, en el Diario «El 9 de Julio», fueron esclarecedores sobre diferentes temáticas vinculadas con la sociedad.
En las instituciones de 9 de Julio, además de su paso por CEPRIL, se lo contó cómo miembro de la comisión directiva del Club y Biblioteca «Agus- tín Álvarez», de la cual ocupó la presidencia en varios períodos. Asimismo, le cupo ser presidente de la Liga Nueveju- liense de Fútbol.
Hombre de profundos valores y principios éticos, a lo largo de su vida, no solamente fue un excelente funcionario público, que trazó una trayectoria de más de cuatro décadas, sino también un vecino comprometido con su comunidad.
Eduardo De Risio falleció en esta ciudad en 1997, pero su recuerdo aún se mantiene vivo entre quienes lo conocieron y pudieron valorar su grandeza moral.

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